La antracnosis arrasa la faba asturiana y deja enormes pérdidas: "Es una crisis de producción como nunca antes habíamos visto"

COAG reúne a los productores en Grado para abordar con el SERIDA la plaga que liquida la cosecha, mientras el sector pide más apoyo institucional

Encuentro de productores de faba y el SERIDA celebrado en Grado y organizado por COAG

Encuentro de productores de faba y el SERIDA celebrado en Grado y organizado por COAG / R. C. V.

Grado

El grave impacto del hongo de la antracnosis sobre la faba asturiana centró una charla técnica celebrada en la Casa de la Cultura de Grado. El encuentro, organizado por la delegación asturiana de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), reunió a cerca de 40 productores con un investigador del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (SERIDA) para abordar soluciones al brote fúngico. La cita tuvo lugar en un contexto de crisis sin precedentes para el sector, ya que los agricultores denuncian pérdidas de hasta el 80% de la cosecha y reclaman más apoyos ante la falta de rentabilidad que amenaza la continuidad de este cultivo.

La sesión contó con la participación de Juan José Ferreira González, investigador del SERIDA, quien compartió los últimos avances científicos sobre la antracnosis y su control. La antracnosis es una enfermedad fúngica que ataca las plantas de faba, provocando manchas oscuras en las vainas y pudriciones en las semillas que arruinan la cosecha. Según explicó Clara Esther Rodríguez, representante de COAG, Ferreria lleva 30 años estudiando esta enfermedad y, en la charla, explicó la evolución de los productos fitosanitarios disponibles para combatirla. Se abordó cómo algunos de los fungicidas que antes eran efectivos ahora están prohibidos, y cómo los científicos han conseguido aislar el hongo responsable de la plaga para determinar si ha mutado en las últimas décadas.

Como parte de la estrategia para atajar el problema, los productores asistentes entregaron muestras de semillas infectadas al investigador del SERIDA. Cada cultivador aportó en torno a 70–75 semillas manchadas por la antracnosis, de modo que el laboratorio disponga de material suficiente para identificar los patógenos responsables y buscar soluciones. Los agricultores valoraron positivamente la información recibida en la charla, aunque consideran que no habrá remedios a corto plazo, ya que el estudio científico para desarrollar una semilla resistente podría prolongarse por, al menos, cuatro o cinco años.

Las enfermedades fúngicas, unidas a condiciones climáticas adversas, han causado estragos en las dos últimas campañas de faba. Tras la sequía, la excesiva humedad favorece la propagación de la antracnosis, provocando pérdidas de cosecha estimadas entre el 70% y el 80%, según los propios productores. "Estamos hablando de una crisis de producción como nunca antes habíamos visto, el cambio climático ha venido para quedarse, y no estamos preparados para lo que se viene", señaló Francisco Pérez-Puchal Osoro, productor de faba, describiendo el escenario actual de la faba asturiana.

Para los productores, la rentabilidad económica se ha vuelto prácticamente inexistente bajo estas condiciones, y consideran que las subvenciones del Principado apenas alcanzan para paliar los costes. Ante tal panorama, algunos cosecheros se plantean incluso abandonar la actividad, pues ni siquiera logran cubrir los costes de producción con unas cosechas tan mermadas. En este contexto, los productores instan a las administraciones a aumentar el apoyo al cultivo de la faba.

Clara Esther Rodríguez, de COAG, destacó que el problema fundamental es la necesidad de desarrollar una semilla resistente a la antracnosis. “El sector tiene que trabajar en conseguir una semilla de calidad, que esté libre de ataques de hongos o que pueda ser tratada eficazmente”, explicó. Sin embargo, advirtió que la investigación siempre va por detrás de las necesidades del campo y que, aunque se logre una solución, es poco probable que se note en la próxima cosecha, lo que agrava la incertidumbre de los productores.

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