Opinión
Bardella y el primer cónsul
El 18 de brumario, o lo que es lo mismo, el 9 de noviembre de 1799, Napoleón Bonaparte se convertía en Primer Cónsul tras dar un golpe de estado, que Curzio Malaparte describe magistralmente en su obra "Técnica del colpo de stato". El corso magnífico tenía sólo 30 años y venía de una fulgurante trayectoria militar que había comenzado en el cerco de Tolón; una de las pocas escenas salvables en la decepcionante película de Ridley Scott, que como buen inglés sólo se preocupó de parodiar la figura del Emperador.
Utilizar la figura de Napoleón para hacer comparaciones es siempre peligroso, pero las fechas están ahí, y también las obras, pues si bien la mayoría lo relaciona con el genio militar, la realidad de su magisterio, se encuentra esculpida en mármol en la planta baja de su tumba monumental en los Inválidos, en París, y me viene a la memoria el Código napoleónico, fuente de nuestro derecho civil; la escuela nacional, aún hoy vigente en Francia; el banco de Francia, y otros muchos elementos a través de los cuales aún se mantiene su memoria.
El señor Jordan Bardella tiene ahora 29 años, y lleva en política desde los 17; una precocidad y tiempo que ha sabido aprovechar, pues es el heredero in pectore de Marine Le Pen, la líder del Rassemblement National, el grupo que lidera todas las encuestas francesas cara a las presidenciales de 2027, y que acaba de ser condenada e inhabilitada por corrupción, lo que la deja fuera del combate salvo que gane a tiempo la apelación que ya ha puesto en marcha.
Bardella es listo, además de experimentado, como se pudo apreciar en las pasadas legislativas, donde obtuvo unos resultados notables; y lo demostró escapando de Washington sin soltar su espiche tras el saludo nazi del señor O’Bannon, gurú de los supremacistas estadounidenses. Un gesto criticado duramente por el susodicho pero que, llegado el caso, pagará sus dividendos en el conservadurismo moderado.
En la casa lepenista, inscrita en el grupo ultraconservador Patriots, saben jugar con el complejo mundo europeo, donde el gobierno italiano de Meloni es el mejor ejemplo, con tres almas en un solo cuerpo, y así, Marine se acerca a Salvini, de la Liga, pero Bardella se decanta por los Fratelli d’Italia de Georgia Meloni. Y es que la derecha popular francesa es la decana de esa corriente europea, con mucho camino ya recorrido.
Bardella, familiarmente de orígenes italianos, aunque oculta a su abuela de origen argelino, sólo tiene que esperar a los jueces y no meter la pata, pues aunque pudiera haber tensiones internas, en el Rassemblement ya no queda tiempo para buscar otro cónsul. Ye lo que hay.
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