Opinión

Lo que el caso Dani Alves nos enseña

Sobre la absolución del jugador de fútbol

No abunda la reflexión en estos tiempos de titulares e inmediatez, en los que los que la facilidad para compartir opinión ha contribuido a la confusión entre precisamente eso, opinión, con criterio. No pretende esta columna erigirse en tribunal del tribunal, ya sea de la Audiencia Provincial que condenó, o del Tribunal Superior que ahora absuelve, pero un caso tan relevante como éste, en el que se discute un delito tan grave, y en el que un acusado ahora absuelto ha pasado más de un año en prisión provisional, debe hacernos reflexionar sobre cómo se está abordando la problemática del enjuiciamiento de este tipo de casos.

En este, como en todos, la lentitud de nuestra cada vez más saturada Justicia no hace sino perjudicar a ambas partes. Pensemos en los años que lleva Dani Alves con una imagen pública de delincuente sexual, en los años en que ha visto interrumpida su vida y en el tiempo de prisión provisional. Y lo planteo desde esta óptica porque en un Estado de Derecho, con la presunción de inocencia consagrada como derecho fundamental, no cabe otra posición en este momento que respetar la sentencia y reconocer su inocencia, guste o no guste. Para otra cosa, están los recursos. Ahora bien, no quiere esto decir que no se entienda la indignación que supone generalizar la idea de que el problema es la mayor o menor credibilidad de la víctima en términos coloquiales o sociales. Un Tribunal dictando sentencia por unanimidad debe hacernos pensar si todo se hizo bien antes, en la instrucción, en la asistencia a la denunciante, en los protocolos que se le aplicaron. Claro que las declaraciones de las víctimas de este tipo de delitos deben ser valoradas partiendo de la perspectiva de la delicada situación en la que se encuentran, y claro que hay que desechar el sesgo machista que en mayor o menor medida subyace a ciertos prejuicios.

Pero el proceso penal no deja de ser un procedimiento técnico sujeto a unas normas, que no se pueden obviar cuando se establecen los protocolos de asistencias a las víctimas. Para la protección de las mujeres, el caso Dani Alves es sin duda un fracaso: su absolución contribuye a fortalecer el descreimiento de quienes rechazan la existencia de violencia sobre las mujeres, y desgraciadamente, contribuye también a incrementar la desconfianza de las víctimas en que el sistema pueda protegerlas y no juzgarlas. Un caso, cuanto menos, para pensar.

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