TODOS LOS MESES 8M: MUJERES ROMPETECHOS

Mamen de la Concha, la interiorista que abrió camino a las mujeres de la construcción

La gijonesa, pionera en su gremio, defiende la importancia del asociacionismo y urge al sector a sumar trabajadoras: "Es el momento idóneo en Asturias; nos estamos poniendo de moda"

VÍDEO: Así es Mamen De la Concha, "mujer rompetechos" del mes de noviembre

Jimena Aller

Gijón

La gijonesa Mamen de la Concha (1956) no pensaba que se dedicaría profesionalmente al interiorismo. Cuando se matriculó junto a la que era la primera promoción de estudiantes de la IADE en Gijón, en 1971, pensaba que aquella andadura sería más bien una experiencia formativa, unos años de aprendizaje ligero mientras se decidía entre estudiar Psicología o Historia del arte fuera de Asturias. No imaginaba De la Concha, entonces, que acabaría siendo una de las pioneras más reconocidas de su sector en la región y en el país y, en realidad, apenas logra hacerse una idea ahora: enseña dos estudios académicos que se han escrito recientemente sobre su trayectoria y le entra la risa floja.

Recuerda De la Concha que aquella primera promoción gijonesa la integraron 50 alumnos. "Éramos mayoritariamente mujeres. La idea de la decoración en aquel momento era una cosa muy novedosa, muy atractiva. Íbamos a clase con grandes carpetas porque trabajábamos todo a mano y con acuarelas. Me parecía divertidísimo. Era ‘guay’, como dicen ahora", explica. También cree que el contexto histórico del momento fue decisivo incluyo en casos de familias cultas como la suya. "Yo nací en el 56, en mitad del franquismo, y cuando me llegó el momento de ver qué estudiaba las universidades eran un polvorín; estaban en plena revolución. Muchas mujeres de mi generación, por eso, decidimos hacer carreras en escuelas y formarnos en Magisterio, Enfermería, Turismo o Interiorismo. Veíamos que la universidad no era un lugar atractivo para nosotras en aquel momento".

Un día su hija le dijo que se habían reído de ella en clase "y fue por decir que de mayor quería hacer casas"

El ambiente en la escuela de la IADE, por suerte, fue más que positivo. "Aquello era una cosa... Iba a clase con las mujeres más guapas de Gijón", asegura. Aquel aparente "glamour" de los inicios, no obstante, no tardó mucho en toparse con la realidad. En el caso de De la Concha, por un lado, el primer choque fue la muerte prematura de su padre –el conocido pediatra Eladio de la Concha Martínez–, que hizo que la joven quisiese ponerse a trabajar cuanto antes. El segundo, comprobar que muchas de aquellas mujeres que parecía que iban a liderar el sector no llegaron a dedicarse profesionalmente a ello o, si lo hicieron, no fue ocupando puestos de responsabilidad ni a pie de obra.

De la Concha puede hacer un resumen de su trayectoria profesional de acuerdo a las varias crisis económicas que le tocó vivir. La primera, recién llegada al mundo laboral, fue la del 79. "De aquella no quedó títere con cabeza; fue una cosa brutal. Todos los equipos con los que yo trabajaba cerraron. Albañiles, carpinteros, todos".

En las crisis que vendrían después acabó de comprobar De la Concha que, en épocas de vacas flacas, los primeros recortes afectan siempre a su gremio, que ella define como "el corazón" de un sector, el de la construcción, tan gran como complejo. Por ejemplo: ella empezó a trabajar en Artespaña, un negocio "maravilloso", en sus palabras, que introdujo desde su primera tienda en Oviedo "un nivel de acabados impresionantes" y hasta aquel momento casi desconocidos en Asturias. La idea de Artespaña era abrir otra tienda en Gijón y formar a aquella joven De la Concha como futura jefa. "Con los cambios políticos de la época aquel proyecto no pudo continuar y me fui a Joseph (icónica tienda de Gijón), que acabó siendo una miniuniversidad para mí. Me metieron en el departamento de cocinas", prosigue la experta. En este segundo empleo pudo ver en directo la transición de las cocinas de leña hasta el mundo de los fogones. "Joseph tenía una visión muy avanzada: traía cocinas alemanas e italianas que ni siquiera hoy están desfasadas", asegura.

Recuerda las reuniones de Asturmanager a las que durante años "iba yo, y 25 o 30 hombres; siempre así"

Unos años después, en el 87, impulsó su primer emprendimiento de la mano de su amiga Carol del Campo. De aquella unión surgió Proyectísmo. "Era una verdadera empresa constructora: Coral y yo éramos eso, constructoras", dice la gijonesa, orgullosa. Ante la pregunta de si era habitual que dos mujeres se lanzasen en solitario a una andadura de este estilo, le da la risa. "Ahí sí que tuvimos que romper techos", cuenta.

Ahora bien, aún faltan techos por romper. Dice la experta: "Hace no muchos años, en una asociación de mujeres de empresa a la que pertenecí, me pidieron hablar sobre la brecha salarial. Y lo único que pude pensar fue que en todo este tiempo no se había incorporado ninguna mujer al sector. Y eso dije en la charla: que no entendía por qué la mujer se había incorporado al ejército y a la marina y a la mina pero no a la construcción". Y añade un ejemplo: "Y no será porque no podamos. Los oficios son muy distintos. Si te fijas en cómo hace un electricista un cuadro, es como un encaje de bolillos. Hay trabajos muy variados". Cree, además, que es el momento idóneo: "Ahora en Asturias parece que se están moviendo otra vez las cosas y que nos estamos poniendo ‘de moda’. Justo ahora hay muchísima escasez de personal. Desde aquí hago un llamamiento a las mujeres para que se acerquen y descubran este mundo".

Este llamamiento quizás surja de que De la Concha –aunque durante gran parte de su trayectoria se ha apoyado en otras mujeres para impulsar proyectos y aunque ahora dirige su negocio junto a su hija, Carmen Capelastegui, que es arquitecta y aparejadora–, siempre vinculada a diversas asociaciones del sector, ha visto siempre una escasa representación femenina. Recuerda hace décadas, por ejemplo, las reuniones de Asturmanager. "Iba yo y 25 hombres. Yo y 30 hombres. Siempre así. Luego un día me dijeron que iban a crear una comisión para captar socios y me ofrecieron que la presidiese. Les dije: ‘Me parece estupendo, pero van a empezar a entrar mujeres’. No estaban en contra de ello, pero había que buscarlas", resume la gijonesa, que aplaude que la presidenta de esta asociación sea hoy una mujer.

"Mis proyectos son como mis hijos; me cuesta elegir favoritos", dice mirando a su hija, que no se ofende

Sobre la vocación femenina, De la Concha tiene otra anécdota y esta la protagonizó la propia Cristina Capelastegui cuando era niña: un día, al volver a clase, le contó a su madre que se habían reído de ella en el colegio. Su madre, preocupada, pregunto por qué, y la pequeña contestó que ante la pregunta de qué quería ser de mayor respondió que le gustaría ser constructora. "Quiero hacer casas", le dijo. "Ahí vi que la idea de un profesional de la construcción que fuera mujer era un motivo de risa", se lamenta ahora la interiorista.

Respecto al asociacionismo, ese lo ha practicado siempre Mamen de la Concha. De hecho recalca su valor "importantísimo" para sacar proyectos adelante. Ella forma parte de Mujeres De Empresa (MDE), creada hace unos años pero ya consolidada, y fundó Amigos del Reino Astur, que ella preside, y que surgió con motivo de la celebración de los 1300 años de la Batalla de Covadonga en 2022. Una de las vocales es su madre, Matilde García-Mauriño, que es escritora y cuyas tramas suelen vincularse a episodios históricos de la región. Este interés compartido por el pasado, de hecho, inspiró dos de los proyectos de los que De la Concha está más orgullosa, los hoteles Fruela y Princesa Munia. "Pero me cuesta elegir favoritos: mis proyectos son como mis hijos", señala la profesional mientras mira de reojo a su hija, que no se ofende y asiente con la cabeza.

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