Opinión | Fútbol es fútbol

Tragedia, psicoanálisis y agricultura

Tragedia en Anfield. La derrota del Liverpool en Anfield ante el Paris Saint-Germain fue perfectamente trágica. Por eso vimos en Anfield a muchos aficionados del Liverpool comiéndose las uñas, mientras que en el Estadio Olímpico de Montjuic los culés se limitaban a comer pipas mientras su equipo ganaba al Benfica. Comerse las uñas es trágico, pero comer pipas es lo más ajeno a la tragedia. Aristóteles dice en su "Poética" que en una tragedia no se deben introducir personas virtuosas que caigan de buena en mala fortuna (eso produce lástima, no espanto), ni tampoco malvadas que pasen de mala fortuna a buena (eso no es lastimoso ni terrible). Un buen argumento trágico es el que nos muestra una mudanza de próspera en adversa fortuna no por malicia, sino por yerro disculpable, habiendo antes vivido en gran gloria y prosperidad. Es el caso de Edipo, por ejemplo. O de Salah. Es el caso del trágico Liverpool que perdió en su casa, y en los penaltis, con el Paris-Saint Germain una eliminatoria de octavos de final de la Liga de Campeones; una derrota representativa de cosas espantables, lastimeras y terribles que inspiran compasión porque el que padece lo hace sin merecerlo, y también miedo al ver un infortunio que puede ser semejante al de otros equipos cuando se enfrenten al Real Madrid. Y hablando del Real Madrid…

Psicoanálisis en el Metropolitano. Esto ya sobrepasa cualquier razón, incluida la razón del corazón. El Atlético de Madrid pierde con el Real Madrid en la tanda de penaltis después de que Julián Álvarez resbalara en el momento del disparo y tocara el balón dos veces. Fue gol, pero el VAR invalidó su lanzamiento. ¿Cómo se puede explicar que suceda algo así en unos octavos de final de la Liga de Campeones? ¿Y cómo se puede explicar que estas cosas siempre favorezcan al Real Madrid? Al igual que en las discusiones políticas es habitual caer en la falaz "reductio ad Hitlerum", en donde un punto de vista queda refutado por ser compartido casualmente por Adolf Hitler (los vegetarianos no son de fiar porque Hitler era vegetariano), en fútbol no nos queda otro remedio que refugiarnos en la falaz "reductio ad Freudum": los lapsus, los actos fallidos, el olvido de los nombres propios, los errores de lectura o escritura, los errores de cálculo… siempre significan algo. No nos olvidamos por azar las llaves de casa, no rompemos un jarrón por azar, no nos abrochamos mal por azar un botón de la camisa, no jugamos con las migas de pan de la mesa al azar, no perdemos el autobús por azar y no tropezamos antes de lanzar un penalti decisivo contra el Real Madrid por azar. Todo significa algo, pero no algo sexual, como decía Freud, sino algo futbolísticamente favorable al Real Madrid. Julián Álvarez manifestó con su inexplicable resbalón un deseo inconsciente de favorecer al Real Madrid porque el Real Madrid es al fútbol lo que los deseos sexuales socialmente inaceptables son para Freud. Por eso hay que hacer hablar a Julián Álvarez y a todos esos porteros que con sus errores permitieron memorables victorias del Real Madrid: al hablar, aflorará todo lo que se encuentra en sus inconscientes y conoceremos los traumas infantiles que han provocado sus fallos ante el Real Madrid. Habla, Julián Álvarez. ¿Qué te pasó?

AGRICULTURA EN SAN MAMÉS. Muchos futboleros son seguidores de un equipo porque sus papás y sus mamás (o sus abuelos y abuelas) los dibujaron así, pero también sienten simpatía por otros clubes con lo que no les unen lazos de sangre futbolera. Un niño puede ser esportinguista porque su abuelo es esportinguista, pero también un poquito culé porque a todos nos gusta ganar algún que otro título y escuchar con un respingo el himno de la Liga de Campeones. Pero es muy habitual (aunque es verdad que cada vez menos) ser seguidor del Barça, del Sporting o del Cádiz y simpatizar con el Athletic Club. La "filosofía deportiva" de este club se rige por el principio que determina que pueden jugar en sus filas los jugadores que se han hecho en la propia cantera y los formados en clubes de Euskal Herria (que engloba a las demarcaciones territoriales de Bizkaia, Gipuzkoa, Araba, Nafarroa, Lapurdi, Zuberoa y Nafarroa Behera), así como, por supuesto, los jugadores y jugadoras que hayan nacido en alguna de ellas. Esa "filosofía" es muy atractiva y a contracorriente de eso que llamamos "fútbol moderno". Y un milagro.

Paradójicamente, los grandes clubes del fútbol moderno como el Manchester City, el Paris Saint Germain o el Real Madrid se parecen a nuestros antepasados primates y, más adelante, cazadores-recolectores que, como dice el biólogo Lewis Dartnell, fueron favorecidos ecológicamente con una dieta rica y variada que les permitió sobrevivir, del mismo modo que el Manchester City dispone de una variadísima dieta de futbolistas siempre a tiro de su inagotable cartera. Sin embargo, el Athletic Club tiene similitudes con el ser humano moderno que, con el desarrollo de la agricultura, centró su dieta en una cantidad limitada de cultivos de cereales básicos, frutas y verduras, y de ese modo empezaron a aparecer enfermedades carenciales.

El ser humano debe obtener un aporte adecuado de los numerosos micronutrientes esenciales a partir de una dieta especialmente variada, como sucede con los grandes clubes de fútbol. Pero el Athletic Club, como los búfalos que sobreviven masticando solo hierba, se permite luchar por el título en la Liga Europa y competir en busca de una plaza de Liga de Campeones con una dieta basada sobre todo en la hierba de los campos de la cantera. Es decir, el Manchester City y compañía son modernos porque son cazadores-recolectores, y el Athletic Club es antiguo porque ha desarrollado la agricultura. El París Saint-Germain es moderno porque su dieta es antigua, y el Athletic Club es antiguo porque su dieta es moderna. La cartera es antigua y la cantera es moderna. Un lío. ¿Y dónde están las enfermedades carenciales del Athletic Club? Pues no lo sé. El estadio de San Mamés tiene una salud excelente.

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