Opinión
El paradón del siglo en el Tartiere
Cuando se dice que hay acciones por las que merece pagar la entrada un partido, casi siempre pensamos en goles espectaculares o jugadas maradonianas, rara vez, casi nunca, en paradas o acciones defensivas con un valor gol (que se dice ahora) similar. Gran injusticia del fútbol al que le cuesta reconocer en sus grandes premios a defensas y porteros, como si fueran el patito feo de un deporte en el que juegan once contra once y donde todas las demarcaciones son imprescindibles para la buena marcha del negocio. No es raro que en este fútbol moderno de Instagram y redes sociales, donde los click también cotizan al alza, ya haya defensas y guardametas que festejan una salvada como si de un gol se tratara.
El Carlos Tartiere tuvo la noche de este viernes la suerte de asistir a una de estas jugadas. Andábamos los parroquianos jodidos porque el Elche parecía tener tomada la medida al Oviedo con llegadas demasiados peligrosas para el sufrido corazón de la afición azul. Así se plantó la delantera de los ilicitanos en un rápido y preciso despliegue con pase de la muerte incluido y cuando, confesémoslo, la grada ya pensaba en el disgusto mayúsculo, el remate rival a bocajarro y en carrera dentro del área pequeña fue atajado por Aarón Escandell con una estirada inverosímil de su pierna derecha, en una acción majestuosa, imperial, de las que nos quedan grabadas en la retina, como las del "Chino" Banks a Pelé y de Arconada a Elkjaer Larsen ante Dinamarca para que España fuera finalista de la Eurocopa 84 o la más cercana de Casillas a Robben en la final del Mundial de Sudáfrica. Más que justificada la exclamación y celebración de consenso de la grada, con el alma en un puño, el que seguramente no pudo exhibir el guardameta valenciano porque estaba concentrado en animar al equipo y también a la afición para ir a por los ilicitanos, a los que ya había frenado antes con otras buenas intervenciones.
El paradón del siglo en el Tartiere llegó en el minuto 54 del partido, no valió una Copa del Mundo, pero fue decisiva para ganar un punto que, por ahora, evita la depresión oviedista, corta una mala racha en el momento más inapropiado y da oxígeno al equipo de Javier Calleja. Un "tres en uno" posible gracias a un portero que llegó con una gran losa, la de hacer olvidar la magnífica temporada de Leo Román, y que ya ha ganado muchos puntos en la 24-25. El puesto de portero es tremendamente ingrato, el único reservado a un solo jugador en el once, de ahí que sea de justicia también valorar y apreciar al francés Quentin Braat, cuyo trabajo, seguro, contribuye al buen desempeño de la portería oviedista, en un gran nivel desde su llegada al club. Aarón ya tiene con los carbayones una buena galería de "highlights" y está ofreciendo su mejor versión, todo un estímulo y acicate para el resto de la plantilla. Si en los once partidos que quedan de esta "Liga hipertensión", los compañeros alcanzan un nivel similar –que lo tienen– al de su portero, al Oviedo le irá bien. En sus manos y en sus botas está.
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