Descansos que cansan: historia de las remontadas que sufrió el Real Avilés Industrial tras ir por delante en el intermedio
La derrota ante el Rayo Cantabria del pasado domingo (4-1) es la segunda que padece el equipo blanquiazul tras acabar con ventaja la primera mitad y recibir cuatro goles en la segunda

Javi Rozada, durante el encuentro entre el Rayo Cantabria y el Avilés. / Área 11
Jorge Valverde
Visto lo que el Real Avilés Industrial perpetró en su comparecencia de El Astillero, se antoja que hay partidos en los que sería mejor no descansar, por mucho que el International Football Association Board lo estipule en el punto 7.2 de las reglas del juego.
Junto a los tinglados portuarios que se izan al sur de la bahía de Santander, en el mismo escenario que, 42 años atrás, el desaparecido Real Avilés CF ponía fin a su existencia, ocurrió algo que no es inédito, pero sí relevante, en el devenir del Real Avilés Industrial. No en vano, esto de llegar al intermedio con ventaja en el marcador y terminar derrotado solo le ocurrió en 28 partidos, es decir, en el 1,6% de los 1.767 oficiales que jalonan su historia.
Esta casuística tardó tanto en iniciarse que el primer precedente no se produjo hasta cumplido el décimo año del club. Ocurría el 31 de octubre de 1993, en el Adolfo Suárez abulense, donde el equipo de Raúl González, por delante desde el minuto 19, con gol de Javi Prendes, de penalti, acabaría sucumbiendo en la segunda parte (2-1). En el habitual análisis del porqué, los blanquiazules podían exponer un par de cuestiones: habían realizado el viaje en el día –la autopista del Huerna aún no estaba totalmente operativa– y jugaban en inferioridad numérica durante más de media hora, por expulsión de Marino Solares.
Un equipo, el de la 1996-1997, que ya reflejaba la recesión del primer Consejo de Administración de la SAD, pasaba por el trance hasta tres veces, todas en casa y en un espacio de cinco meses. Los de José Luis Quirós se refrescaban en la vetusta «caseta» del Muro de Zaro con victoria parcial ante Carabanchel, Getafe y Talavera, pero claudicaban una hora después. En el recuerdo aún perdura la visita de los talaveranos, salpicada por el escándalo de Ferreiro Varela, trencilla coruñés, doctorado en follones en la facultad balompédica de Llaranes.
Derrotas de esta naturaleza coincidieron con momentos especialmente delicados. Es el caso de la que supuso el principio de la depresión 1999-2000. El equipo de Ángel Herrero se plantaba en Lugo con siete partidos sin perder y, tras iniciar la segunda parte con la renta de la diana de Joseba Irazusta, hincaba la rodilla en dos faltas directas de un central, el albivermello César Fernández, que reconocía no haber marcado dos goles desde su etapa de alevín. Fue el punto de partida de una caída a plomo certificada con el descenso a Tercera del triste día del Novelda.
La primera vez que un precedente de esta historia sucedía en el Suárez Puerta, el 4 de noviembre de 2001, tuvo como verdugo a un avilesino, Nacho Cabrero, delantero del Navia, cuyos dos goles en los diez últimos minutos suponían la destitución fulminante de Rafa Barrero. El tejerismo ya apuntaba maneras para que Avilés no disfrutara con el fútbol y lo cierto es que 21 de estas nefastas 28 remontadas del adversario tuvieron lugar bajo mandato del anterior accionista mayoritario.
Así ocurría, por ejemplo, en la temporada 2007-2008, única en la que el Real Avilés Industrial llegó a sufrir hasta cuatro remontadas postdescanso. En un par de ellas, la de las pistas ovetenses del San Gregorio y la del Ganzábal, incluso cedía después de llegar al intermedio con ventaja doble. Aquellos goles de Héctor Quintanilla no se canjeaban por puntos, igual que los de Juanma Marqués, quien, tras marcar un doblete el 5 de abril de 2009, en Cudillero, se quedaba a cuadros al ver la pájara de un equipo (3-2) que se situaba en puestos de descenso a Preferente por primera vez en su historia.
Y si algo diferencial guarda la derrota del pasado domingo es que el optimismo al descanso, por obra y gracia de Álvaro Santamaría, el goleador currante, fue aplastado por los cuatro goles recibidos en la segunda tanda. Precedentes como ese solo hay uno, el del 3 de febrero de 2018, en Luanco. El hoy concejal del Ayuntamiento de Igualada Anselm Pasquina marcaba y sonreía junto a sus compañeros mientras descendía por la escalera del vestuario subterráneo de Miramar. Después caerían los cuatro goles marinistas.
Si accidente de semejantes características vuelve a ocurrir, mejor cuanto más tarde y en momento menos inoportuno, que los descansos son para reposar, no para desconcentrarse.
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