La inteligencia es un filo

"Marca de resistencia", de Alejandro Basteiro, nos invita a pasear por apasionantes provincias del goce estético

Alejandro  Basteiro.

Alejandro Basteiro. / Ayto. de Gijón

Citemos a un gran poeta: "El disfrute no es, en ningún caso, una orientación crítica infalible, pero es la que yerra menos". La frase, que pertenece a W. H. Auden, pone el dedo en la llaga de la pregunta del millón cuando hablamos de la cultura. Un producto que nos hace pasar buenos ratos, ¿ha de ser por necesidad un falso ídolo, apenas un placer culpable? ¿O será que debemos redefinir lo placentero para indagar en la posibilidad de los goces periféricos? ¿Es que no se puede disfrutar del cine iraní sin parecer la enésima encarnación del Espectador Que Ya Lo Ha Visto Todo? ¿Sostener que te lo pasas de fábula leyendo a Joyce, a Bernhard o (ya puestos) a Tácito sin que por ello seas una manifestación aberrante del gusto? ¿De veras que el dodecafonismo y la música industrial sólo pueden interesarle a alguien que sea un criptosociópata?

Cada ensayo del libro seduce por lo que propone y lo que insinúa como fondo de armario

"Marca de resistencia", el primer, sugestivo e irrenunciable libro de Alejandro Basteiro, hace de la inteligencia un filo y nos invita a pasear por apasionantes provincias del goce estético. Hablo de inteligencia y de filo porque la prosa corta como un cuchillo y el lector recuerda al caracol que recorre sus diagonales entre la atrición y el asombro. Cada página rasga por lo que dice (y por lo que acarrea como palimpsesto); cada ensayo que conforma el libro seduce por lo que propone (y por lo que insinúa como fondo de armario). Un repaso al elenco de intereses del autor nos ubica sobre la pista de que a Basteiro nada de lo humano le es ajeno. Sin ánimo de exhaustividad, lo que nos aguarda aquí es: un repaso hermenéutico a Robert Smithson; una lectura chispeante de la literatura de Lorrie Moore; una nota a propósito del talento muscular de Toni Kroos; las correspondencias insospechadas entre la prosa gélida de Annie Ernaux y el gore extremo de Takashi Miike; PJ Harvey como bomba escénica; una indagación en apnea acerca de la depresión tomando como guía la música de Jesu, el genio efervescente de David Foster Wallace y los conocimientos en torno a ciertos parásitos unicelulares; páginas impagables acerca de por qué Roberto Bolaño fue, es y será un terrorista literario; la importancia de los sueños como simulacros ante las posibles amenazas del mundo real y la impecable derivada evolutiva que esa perspectiva comporta; la constatación de que, amén de noruegos, en Noruega abundan los ladrones de museos y los cuervos arrogantes; la alquimia entre Sunn O))), Mark Rothko y unos escolares de Educación Infantil que arroja como resultado una gloriosa epifanía.

Si semejante suma de factores no ha convencido al lector de que este volumen es un disparo en la línea de flotación del pensamiento gregario y una invitación al estremecimiento de la inteligencia, lo diremos de otro modo, convocando para ello a ese ingenio sin igual que fue el inenarrable Georg Christoph Lichtenberg: "Quien tenga dos pares de pantalones, que venda uno y compre este libro".

Marca de resistencia

Alejandro Basteiro 

Eolas, 164 páginas 17 euros

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