Opinión

Fernando A. treceño

Mis libros

No leo para pasar el tiempo, entretenerme o para buscar una solución alternativa a mis ratos de ocio, sino para saber, para ganar el cielo y la eternidad y , sobre todo, para arrancarle a la recóndita existencia sus máximos secretos y misterios .

No me conformo ni me vale cualquier libro si no cumple la misión que le tengo encomendada. Mi tiempo es oro y la lectura la he transformado en una ascesis casi religiosa, en un arte divino, una entrega total y absoluta para que las fuerzas del espíritu se alimenten como es debido. Gracias a ellos he desentrañado aspectos increíbles de la realidad, he accedido a saberes poco conocidos y me han conferido una gran seguridad para ir por la vida con la cabeza muy alta divulgando los mismos principios y valores que los seres más evolucionados de todos los tiempos defendieron con su vidas hasta el final.

Mientras me subsumo en sus inmortales y fascinantes páginas desaparezco, me torno invisible , nada ni nadie me hace daño, me siento conectado a la fuente misma de la verdad, hallo plenitudes ideales, reinos de fantasía sin igual, certezas irrebatibles, conocimientos únicos y trascendentes , viajo por dentro, descubro mundos ingrávidos y sutiles, amo más, soy mucho más feliz y establezco vínculos muy estrechos con fuerzas todopoderosas que la razón ni la ciencia pueden ni podrán imaginar jamás .

La relajada y creativa lectura me serena, me sienta bien, me otorga ánimos, cura mi cuerpo, eleva mi alma y me hace fuerte ante la adversidad .

Con un libro en la mano me siento invencible, el amo de la creación, el rey Midas de los tiempos modernos, un niño con zapatos nuevos, la persona más agraciada de la tierra , noto el vértigo fecundo del éxtasis venidero, la sensación indescriptible de que lo mejor del universo está conmigo, la delicia de un premio por venir e intuyo que algo extraordinario está a punto de ocurrir .

Muchos de ellos me ayudaron a resolver dudas inquietantes, problemas insolubles, me indicaron el sendero recto, me tendieron la mano cuando me hallaba solo y abandonado , convirtiéndose con el transcurso del tiempo en mis amigos más leales e inseparables.

Leo por necesidad, por costumbre y devoción, porque me sale del alma, porque amo leer , porque subo por dentro y, sobre todo, porque no puedo ni quiero vivir sin darle a mi vida arrobos excepcionales, jubilos de primer grado y experiencias internas que me descubren lo mejor de mí y me revelan quién soy.

Un libro es más que un libro para quien ama la vida y la libertad.

Existen dos clases de personas: las que no les gustan los libros y las que disfrutan de sus innumerables encantos .

Dime lo qué lees y te diré quien eres; dime lo que no lees y me dirás lo que no eres. No hay malos libros, de todos se puede extraer algo valioso, solo pésimos e inadecuados lectores.

Leer se ha convertido para mí en una obligación voluntaria inexcusable, en una positiva droga sin efectos secundarios, en una interminable puesta a punto de mis máximas aptitudes e inclinaciones intelectuales, en un encuentro dorado con remedios infalibles y fórmulas mágicas para salir airoso e indemne ante peligrosas y complicadas situaciones personales , en una medicina diaria, en una inclinación nada morbosa cuyos resultados tangibles son una vida dichosa, miles de momentos más que agraciados y una visión de las cosas muy por encima de lo habitual y ordinario.

Estoy orgulloso y soy muy afortunado por dedicarles una parte sustancial de mi tiempo: ¡me han regalado tanto!

Un libro abre otro libro, no deja de hablarnos, nos da excelentes consejos y nos lleva con sigilo y buen tino hacia lugares benditos y apacibles cuyos aromas nos llenan de placidez y gratas alegrías .

Algunos , unos selectos escogidos, se han convertido, en mi mayor patrimonio, en el manantial inagotable de mis aguas tranquilas, en algo más que un texto escrito, en un sabio que me señala el buen camino, en el ángel de mi guarda que me acompaña allí por donde vaya .

Son el último reducto de un tiempo glorioso que termina, la postrera leyenda viva de una civilización que agoniza por querer sustituir la cultura y la educación por falsas promesas y utopías.

Todo el dinero que he gastado en adquirirlos fue , sin discusión alguna, la mejor inversión que he realizado. Mis libros son exclusivos y excepcionales, forman parte de mí , me pertenecen por entero, rezuman mi espíritu original, no se pueden dejar a nadie: están llenos de anotaciones, acotaciones, ideas, impresiones y subrayados.

Hablar y escribir acerca de ellos es una de mis aficiones más preclaras. No puedo evitarlo: amo mis libros, morirán conmigo, me han convertido en un ser de luz enamorado. n

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