La curiosa historia de Filippo, el "asturiano" que cerró con llave el féretro de Francisco

El restaurador está casado con una ovetense y es padre de dos hijos a los que bautizó el Papa

La curiosa historia de Filippo, el "asturiano" que cerró con llave el féretro de Francisco

Amor Domínguez/ Europa Press

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Oviedo

Antonio Hevia Perera y su esposa Sara Álvarez Fernández-Peña reflexionan desde el salón de su casa, en pleno centro de Oviedo, sobre las sorpresas que da la vida. Jamás hubieran imaginado que uno de sus nietos sería bautizado por un papa, mucho menos que lo fueran dos, y menos aún que un yerno suyo echaría la llave al féretro del pontífice difunto. Todo eso ha sucedido.

Ayer Filippo Flavoni cerró el ataúd de Francisco I, una vez clausurada su capilla ardiente y durante un rito privado presidido por el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrell. Este padre de familia, romano, restaurador de profesión y funcionario del Vaticano es el yerno de Antonio y Sara, y los dos hijos nacidos de su matrimonio con Sara Hevia Álvarez, la hija de la pareja ovetense, fueron bautizados por el Santo Padre en la Capilla Sixtina: el primogénito, Fabrizio Flavoni Hevia, el 12 de enero de 2014, y su hermana, Sara, en enero de 2019.

Antonio, médico jubilado, y su esposa Sara están al tanto de los acontecimientos recientes en el Vaticano de primera mano. Cuentan que Filippo Flavoni, el padre de sus nietos, llegó a tener cierta familiaridad con el papa Bergoglio y que este incluso le pedía que le acompañara a algún que otro acto. Ayer, cuando su hija Sara les comunicó que Filippo iba a cerrar el féretro del Papa se ilusionaron pensando en verlo por televisión, hasta que ella les puso al tanto de que se trata de un ritual privado, que se lleva a cabo una vez cerrada la capilla ardiente.

Filippo Flavoni contrajo matrimonio con la ovetense Sara Hevia Álvarez en septiembre de 2012. Ella había viajado a Roma para completar sus estudios de Historia del Arte –ahora prepara oposiciones para los Museos Vaticanos–, él ya llevaba unos años trabajando para los papas y la curia. En 2013 nació su primer hijo, Fabrizio, y después llegó Sara, que ya tiene seis años. Ambos recibieron el bautismo de manos del Santo Padre, en una ceremonia con la que el Vaticano cierra las celebraciones en torno a la Navidad cada 12 de enero y que está abierta a los hijos de los empleados y allegados a la Santa Sede nacidos en los 12 meses previos.

El Papa impone su bendición a la pequeña Sara.

El Papa impone su bendición a la pequeña Sara.

Antonio y Sara asistieron al bautizo de sus dos nietos y en la última ocasión, cuando Sara pasó por la pila bautismal de la Capilla Sixtina, se reunió en Roma toda la familia, su hijo y su nuera y sus otros tres nietos. Algo inolvidable y más aún para Antonio, que esta vez ejerció de padrino.

En las dos ocasiones el Papa se acercó a saludarlos, como al resto de los reunidos en la ceremonia, e intercambió con ellos unas palabras de cortesía. Sara Álvarez le hubiera gustado una celebración "más suntuosa"; "él era más llano", "una persona buena y normal", comenta su marido. Recuerdan que la última vez, dirigiéndose a las familias, dijo: "Si los niños lloran amamántelos, sin ningún problema".

Pese a ese vínculo inesperado a través de los bautizos de sus nietos, Sara no oculta su predilección por el predecesor de Francisco I, Benedicto XVI, y, ahora, al apostar por un sucesor lo hacen por un español, mejor asturiano y de Luanco, lugar de veraneo de la familia, como el cardenal Ángel Fernández Artime.

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