El empresario tras la mina de Cerredo: un acusado de narcotráfico que se enriqueció con carbón ruso

Jesús Rodríguez Morán, "Chus Mirantes", empezó vendiendo mineral al por menor para calefacción y, tras ser detenido, pasó a comprar explotaciones

La entrada a la mina de Cerredo.

La entrada a la mina de Cerredo. / FERNANDO RODRÍGUEZ

Oviedo

El empresario que está detrás de las mina de Cerredo, Jesús Rodríguez Morán, más conocido en el mundillo minero como Chus Mirantes, acumula una trayectoria en la que se mezclan negocios carboneros, relaciones con rusos y ucranianos y un grave accidente minero, sin olvidar un supuesto caso de tráfico de drogas que aún está pendiente de ser juzgado en Alicante. Ahora no figura en la empresa propietaria de la mina, Blue Solving, administrada por su hijo Adrián, y que fue la que se hizo cargo de la mina de Cerredo tras el grave accidente en el que falleció un trabajador y otro resultó herido grave en agosto de 2022. A pesar de este precedente, el Principado autorizó la actividad de Blue Solving.

La relación con el mineral le viene a Rodríguez Morán de lejos. Empezó en el negocio carbonero de la mano de su padre, Manuel José Rodríguez Mirantes. A través de la empresa familiar Carbones y Gasóleos Rodríguez Mirantes S. A., vendían carbón por sacos para el mercado doméstico leonés y madrileño (calefacciones y pequeñas empresas) en los años 80, cuando predominaba el uso de este combustible. Se trata de un sector con una gran presencia de transacciones en efectivo, que históricamente han dado lugar a inspecciones de la Hacienda Pública.

Cuando Jesús, más conocido en el sector como Chus Mirantes, se hizo cargo del negocio familiar, extendió su alcance hasta convertirse en uno de los carboneros más conocidos de Asturias y León. Ambicioso y sin miedo al riesgo, los que lo conocen le atribuyen una alta capacidad de persuasión en las relaciones cara a cara, que le ha abierto las puertas de importantes clientes.

Asociado con otros negociantes del carbón, como Raúl Gutiérrez Robles, recientemente fallecido tras ser encarcelado por una estafa carbonera, consiguió contactos importantes con los exportadores rusos y ucranianos de antracita siderúrgica. El plan era comprar mineral llamado "todo uno", sin separación granulométrica, procesarlo en los puertos asturianos, vender la fracción más fina a la industria y reservarse los granos para dominar ese mercado doméstico que conoce desde niño.

Por otro lado, y haciendo gala de sus dotes para el trato personal, consiguió una gran cercanía personal con responsables de compras de ArcelorMittal, que llegaron a apadrinar su entrada en la planta asturiana hasta convertirse en el principal suministrador de antracita del gigante siderúrgico.

A través de la empresa Emergicar SL, Chus Mirantes importaba antracita rusa y ucraniana, que posteriormente vendía a la acería asturiana, donde llegó a facturar decenas de millones de euros.

Pero el dinero, según entraba, salía. Fuentes cercanas a Mirantes lo describen como una persona sin ningún tipo de formación empresarial y una nula previsión económica. Esto, unido a hábitos personales de elevado gasto, llevó a situaciones cada vez más difíciles, siempre según quienes le conocen y le trataron durante años.

Su espíritu aventurero le llevó a emprender multitud de negocios y crear diversas empresas de dudosa viabilidad en la primera década del 2000, la mayor parte de las cuales resultaron negocios fallidos e incrementaron su agujero económico.

Todo estalla cuando es detenido por un alijo de 390 kilos de cocaína que llegó al Musel con un cargamento de carbón vegetal adquirido por Emergicar. La Guardia Civil intervino la droga cuando era transportada en un camión desde Gijón a una marmolería de Ordes, en La Coruña.

Estos hechos, instruidos por un juzgado de Orihuela, en Alicante, aún no han sido juzgados. La fiscalía pide nueve años de cárcel para Chus Mirantes, atribuyéndole delitos contra la salud pública y pertenencia a organización criminal, de la que sería responsable en calidad de jefe. El empresario ingresó en prisión de manera preventiva y salió medio año después, a la espera de juicio.

La quiebra de Emergicar, a través de la cual suministraba a ArcelorMittal, provocó deudas de 26 millones de euros a todo tipo de proveedores. Tiempo después, el concurso de acreedores de Emergicar fue declarado culpable.

Pero esto no detuvo a Chus Mirantes, que decidió seguir su actividad con el apoyo de empresas diversas del sector y compradores. A partir de este momento optó por utilizar otra empresa, Carbones de La Vega, S.L., de la que él mismo se dio de baja para poner al frente a su esposa. La crisis de Ucrania y el bloqueo a Rusia, unido a su maltrecha situación financiera, le cerraron las puertas de la importación.

Aquí se consolida su historia como empresario minero. A falta de otras alternativas, se hace cargo de dos minas ya clausuradas y que habían cobrado cuantiosas ayudas europeas al cierre. Hay quien dice que el ejemplo que trataba de replicar Chus Mirantes era el del rey del carbón de Laciana, Victorino Alonso, más conocido como Don Vito, que está en tercer grado tras ser condenado por delitos ambientales. Rodríguez trató de llenar el hueco dejado por Alonso. Quizá por eso ahora son enemigos acérrimos. Chus Mirantes se hizo en 2021 con la mina de Cerredo, que antes había sido de Victorino Alonso, hasta que quebró Coto Minero Cantábrico, y luego fue brevemente del ya desaparecido Rodolfo Cachero. Alonso ha denunciado varias veces a Rodríguez ante el Principado por, presuntamente, extraer carbón de una mina cuyo cierre quedó decretado. Rodríguez se muestra a su vez muy crítico con Alonso.

Cuando se produjo el accidente mortal en Cerredo en agosto de 2022 y éste se judicializó, Chus Mirantes colocó en la empresa a su hijo Adrián, que pasó a ser accionista al 100 por ciento de Carbones de La Vega S L, siendo un niño menor de edad.

Blue Solving, S.L. ya nace con Adrián con administrador. Tenía por entonces 18 o 19 años y ninguna experiencia real en el sector ni ninguna interlocución conocida con ningún cliente o proveedor. Pese a que Blue Solving era una empresa sin solvencia técnica alguna, sin solvencia económica y con un joven al frente sin experiencia, se autorizó que recibiese la titularidad de la mina de Cerredo que mantenía Carbones de La Vega.

Fuentes diversas del sector sostienen que era "sabido por todos" que Chus Mirantes, presuntamente, seguía vendiendo carbón procedente de la mina que posee en Ibias (Mina Miura) y de la de Cerredo. Y recalca que él no cobró dinero de la UE por el cierre de estas minas. El empresario también quiso, a través de Cristal Mining Coal, explotar la mina en Sosas de Laciana (Villablino), también de antracita, para llevar a cabo un "proyecto de investigación". Otra denuncia de una empresa del entorno de Victorino Alonso presentó una denuncia, lo que motivó la suspensión de los trámites por parte del gobierno de Castilla y León.

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