Conocer a tu madre en un escenario ante 400 personas: la increíble historia de Abel Azcona

El reconocido creador se vio ayer frente a frente en Madrid con su progenitora, Isabel Gómez, que tras intentar abortar tres veces, dio a luz y le abandonó al nacer

El artista Abel Azcona se reencuentra con su madre después de más de 30 años

X. Fernández

Xuan Fernández

Xuan Fernández

Madrid

Una experiencia extrema, en estricto silencio y delante de 400 personas. El artista Abel Azcona, referente nacional de la performance, dio ayer en el Círculo de Bellas Artes de Madrid un paso más y sorprendente en una carrera autobiográfica donde narra todos sus desequilibrios mentales marcados por una infancia traumática de abusos y prostitución. Azcona (Madrid, 1988) vio por primera a su madre biológica, Isabel Gómez Aranda, valenciana de 55 años, que intentó abortar tres veces y finalmente dio a luz al hoy consagrado artista, al que luego abandonó, en una clínica de la calle Montesa.

Su madre, como el hijo, tendría después una vida infame, marcada por la prostitución y el consumo de drogas. Ahora vive en un piso de Cáritas en Málaga y cobra una pensión. Ayer, junto a Azcona, se subió a un escenario, en un espectáculo sin guion alguno, marcado por la extrema crudeza de ese momento desgarrador del que se reencuentra años después con la persona que le dio la vida. "Ha sido muy emocionante, han demostrado una dignidad tremenda", aseguraba al final de la actuación la comisaria de la obra, la gijonesa Semíramis González, pieza fundamental en "Madre e hijo", nombre de la función. Aunque en el reencuentro no parecía existir dolor alguno: madre e hijo respiraban más bien amor, cariño e incluso confianza, en las pocas confidencias que se trasladaron el uno a la otra.

Permanecieron casi una hora en silencio: apenas unos gestos, alguna sonrisa y dos o tres charlas imperceptibles para el público. Azcona cambió de postura tres veces: primero de pie, luego sentado en su peana y finalmente en la que ocupaba su madre. La performance finalizó con un abrazo y con el aplauso de un público emocionado que felicitó al artista, que ayer cumplía 37 años. Luego, madre e hijo se fueron juntos a cenar.

El artista y su madre, tras la obra. | X. F.

El artista y su madre, tras la obra. | X. F.

"Estoy atacada, la última vez que lo vi tenía cuatro años. No sé explicar bien lo que siento", acertaba a decir la mujer, en referencia a un intento que tuvo de ver a Azcona tiempo después de abandonarlo. Su hijo explicó antes de que ella se asomase al escenario el porqué de esta actuación. "Estoy aquí para conocer a mi madre, que también me estaba buscando", aseguró. El contexto de la historia es conocido: Azcona ya había llevado a la performance "Volver al padre", en la que cuenta la historia de su padre no biológico, Manuel Nebrijo, (nunca supo quién era el real), que falleció recientemente y que marcó la vida del artista. "Fui abusado y prostituido", contó Azcona, en referencia a las distintas prácticas que siendo solo un niño sufrió por parte de Nebrijo y de su pareja de aquel entonces, una prostituta. Su vida discurrió por la pendiente de un continuo trauma de inestabilidad: vida en la calle, prostitución, drogas... Faltaba conocer a su madre real, Isabel. Fue ella la que contactó con él a través de Instagram.

"Uno de los regalos que me hizo mi madre fue ir a tres lugares de Pamplona para intentar abortar. Lo mejor para mí hubiese sido no haber nacido", contó Azcona, que adelantó la puesta en marcha de una futura performance con uno de sus abusadores cuando era niño. El artista también narró cómo su madre vivió en la calle estando embarazada. "La violaban todos los días", dijo, emocionado. La actuación provocó un gran revuelo: quedaron sin poder entrar cuatro mil personas. Numerosos rostros conocidos del teatro acompañaron a Azcona, así como Sira Rego, ministra de Infancia y Juventud, que apoya la obra.

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