El joyero que rescata el tesoro perdido en la aldea

"Los pueblos son la reserva espiritual de nuestra sociedad"

ASTURIANOS EN TINEO: Lucas Santiago

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Lucas Santiago Pertierra, joyería rural contemporánea. Tiene una joyería y tienda de regalos en Tineo. Este tinetense de 56 años, además, es un creador singular: algunas de sus piezas de joyería artísticas incorporan materiales rescatados de pueblos abandonados y conforman pequeñas esculturas portátiles donde se engarzan metáforas de la situación que vive el medio rural asturiano.

"Tampoco es que estuviera muy decidido a estudiar Joyería. Pero, de carambola, mi madre cogió una joyería muy pequeña en Tineo. Y, al cabo de unos años, decidí que a mí que me gustaba y que podía ser alguna oportunidad para el futuro. Quería prepararme bien y, en 1985, me fui a Barcelona a estudiar Joyería. Yo soy diplomado en Joyería y Relojería por la única escuela oficial que había entonces, la Escola Massana, que de aquella era muy puntera a nivel europeo".

"La Escola Massana era muy artística. Se estudiaba pintura, escultura, tenía un departamento de diseño artístico muy bueno... Allí daban clase, por ejemplo, desde dibujantes del ‘Jueves’ a Josep Maria Trias, el que diseñó luego el logo de Barcelona-92. En la clase éramos veinte alumnos: cuatro catalanes, otros cuatro del resto de España y el resto, extranjeros. De Sudáfrica, de Estados Unidos, de Alemania".

"Allí me empezó a enganchar un poco más la joyería artística. La estancia en Barcelona la aproveché al máximo, pero yo siempre quise volver a Tineo. Siempre tuve muy claro que quería volver. Siempre fui muy de pueblo".

"Cuando volví, en la joyería que tengo en Tineo empecé a hablar con los paisanos que venían a la tienda. Me contaban cosas guapísimas de cuando cortejaban, del primer regalo que le habían hecho a la novia que luego fue la mujer pese a que casi no tenían dinero. Cantidad de peripecias. Entonces fue cuando empecé a pensar: ‘Todo esto no se puede perder’. Empecé a intentar, desde la joyería, que la gente reflexionara sobre el mundo rural. Empecé haciendo una colección sobre el bateo de oro en Navelgas. Empecé haciendo joyería kilómetro cero, digamos".

"Luego fui evolucionando. La joyería que yo hacía no quería que fuera solo una propuesta estética, quería que las piezas tuvieran un punto de crítica. Las piezas pasaron a ser más narrativas. Digamos que cada pieza, en cada colección que hago, es como si fuera un capítulo de un libro que cuenta una historia. Por ejemplo, en ‘Vacuo’, la colección que expuse en el Museo Evaristo Valle de Gijón (abril de 2022), quería hablar del proceso de vaciamiento del medio rural. Pero desde el punto de vista de las personas. Si falta la gente, todo lo que queda ya no tiene sentido. No tiene sentido ni contenido. No solo es que el pueblo quede abandonado. Es todo lo que se pierde, todo lo que se vivía allí, lo que se trabajaba, todo ese esfuerzo que supuso un sacrificio tremendo para la gente que hizo esas casas, para criar allí a sus hijos y que ahora tiene un valor cero".

"En ‘Vacuo’ iba tomando fotos en pueblos abandonados y recopilaba objetos que ya no tenían ningún valor. Pero esos objetos guardaban la huella, la memoria de la persona que los utilizaba. Entonces, lo que hacía era acoplar esos objetos en joyas. Era como la metáfora de volver a darle la vida a todo eso. Tengo, por ejemplo, una pieza que está hecha con una cuchara. El dueño debió de comer con ella hasta que murió, porque tiene la huella del desgaste. Luego la pieza lleva una cápsula con una semilla de escanda, que era el trigo recio que aquí se plantaba. Se trataba de que la gente reflexionara sobre esa pérdida de folclore, de cultura en general, porque yo creo que la reserva espiritual de la sociedad está en los pueblos".

"Y con el abandono de los pueblos creo que estamos perdiendo muchos valores como sociedad. Por ejemplo, cuando viví en Barcelona estuve cinco años en el mismo edificio y solo conocí a la portera. Tú estás en un pueblo y en cuanto llevas dos meses conoces a todos. Hay quien dice lo de ‘pueblo pequeño, infierno grande’. Yo creo que no. Depende de la persona. Si eres una persona normal y buena, siempre vas a tener alguien ahí que te ayude".

"El espíritu de comunidad y de solidaridad, que es lo que tienen los pueblos, se está perdiendo. Y ahora que está de moda el reciclaje, los pueblos eran muy ‘ecofriendly’. Porque de la necesidad salía la virtud. Tú no podías renunciar a nada porque no te sobraba nada. La economía circular era totalmente rotunda".

"Cuando la gente habla del mundo rural, de qué se puede hacer contra la despoblación, todo el mundo habla de lo mismo, de una buena calidad de internet, mejorar las comunicaciones... Pero realmente es un tema de más profundidad. Tengo muchos amigos que no viven en Tineo, que podrían vivir en Tineo y no viven. Ni aunque tuvieran la mejor red de internet del mundo y tuvieran un tren bala de aquí a Oviedo vivirían aquí. El problema es que durante muchos años se nos machacó con la idea de que el que se quedaba en el pueblo era el perdedor. Si querías triunfar tenías que salir fuera del pueblo. Yo siempre lo tuve muy claro, nunca tuve ese problema. No me considero un triunfador, pero me considero una persona muy afortunada porque estoy haciendo lo que quiero y los límites me los marco yo".

"Pero ese mecanismo de que aquí solo se quedan los tontos funcionó e hizo muchísimo daño, fue terrible. Eso lo explica muy bien el antropólogo Adolfo García. En Francia tuvieron este problema en los años 60 y lo atajaron de raíz. En Francia la gente que es afortunada es la que vive en los pueblos. Por eso tienen los pueblos como los tiene. La mayoría de los que viven en la ciudad es porque no les queda más remedio".

"Y luego está el tema de la mujer, que también es importante. La mujer en esta zona siempre fue la que mandó. Una cosa es que la sociedad fuera una sociedad machista y otra que era matriarcal, que son dos cosas distintas. La mujer lo organizaba –y lo organiza– todo. Pero el problema es que luego no tenía visibilidad social. Parecía que el que tomaba las decisiones era el hombre porque era el que tenía capacidad para salir a divertirse, a las ferias… Hay que cambiar eso, que ya está cambiando. La mujer en el mundo rural es un peso pesado, un puntal, pero eso el mundo tiene que saberlo".

"Y también hay algo importante que me gustaría destacar de los pueblos, que es su carácter integrador para los inmigrantes. Yo lo veo en Tineo. Con la comunidad de marroquíes, de sudamericanos, de rumanos... Yo creo que, al ser un sitio pequeño, la inmigración aquí tiene unas oportunidades que a lo mejor no tiene en otros sitios y probablemente se integre mejor en estos entornos más pequeños que en las ciudades. Todos vamos a los mismos sitios, aquí no hay posibilidad de crear guetos".

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