Siempre el 1 de enero y siempre en Beleño. Un singular personaje aparece al mediodía del Año Nuevo en la capital de Ponga, desde el alba de la historia. Va disfrazado con un atuendo naranja y azul y se oculta tras un largo capirote. Tiene como misión perseguir a las mujeres, para besarlas y achucharlas, y a los hombres, para lanzarles ceniza. Avanza por las calles dando grandes saltos, ayudado por su vara de avellano. Y no hay puerta ni muro que se le resista. Es más, ese día tiene luz verde para cualquier correría que se le ocurra.

Es el guirria, que cada año se encarna en un vecino del pueblo, aquel que eligen los solteros de la localidad. Tiene a su servicio un ejército de aguinalderos, los mayores de 15 a caballo, los menores en burro, que visitan todas las casas del pueblo cantando coplas propias del Año Nuevo. Los vecinos les ofrecen comida y bebida, y les dan la "propina", un dinero que sirve para organizar cenas y bailes.

El guirria de este año cumplió su cometido. E incluso llegó a tomar prestada la bicicleta de un pequeño y recorrió el pueblo en ella. Un vídeo da cuenta de esa correría del principal protagonista del Año Nuevo en la región.