Recuperados los cinco cuerpos de los mineros, la mina de Cerredo queda precintada mientras se investiga la causa de la explosión. Una acumulación de grisú, un gas propio de estas minas subterráneas de carbón es la principal hipótesis. Los fallecidos tenían entre 32 y 54 años. Desde hacía pocos meses habían vuelto a trabajar en el interior de esta mina para investigar el posible uso del grafito en este yacimiento que dejó de funcionar en 2018. No se explican que de la mina se vuelva a extraer el sufrimiento.
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