En la mina asturiana de Cerredo, hoy precintada, se dejó de extraer carbón en 2018. Actualmente se había autorizado la investigación en algunas zonas del yacimiento, pero en la planta tercera, donde murieron los cinco mineros, no estaba permitida. Las autoridades tratan de averiguar ahora si los trabajos que se realizaban contaban con la licencia necesaria. La principal hipótesis sobre la causa de la tragedia es la presencia de una bolsa de grisú, un gas inoloro que puede provocar explosiones sin previo aviso.