La explosión de ayer en mina Cerredo sumió en el silencio a toda una comarca que hoy veló a los cinco mineros fallecidos. Cinco amigos, hijos, padres, hermanos "muy conocidos, de los que dan vida al pueblo", recuerdan hoy con dolor los vecinos. La muerte de David, Iván, Rubén, Jorge y Amadeo, escribe el último capítulo de la historia negra de la minería y pone a Asturias y León en un luto oficial y sentido.

En la esquina izquierda del pabellón central del polideportivo de Villablino, la madre de Amadeo Castelar se ahoga en un mar de lágrimas. El hombre residía en Caboalles de Arriba (León) junto a su mujer, Yoani Méndez. Castelar, a sus 48 años, no conocía otro oficio más que la minería, aunque siempre había trabajado en la de cielo abierto. "Se pasó a la de interior hace cuatro años", comenta su primo Miguel. Los dos se criaron juntos en la localidad leonesa de Villaseca: "Se pasaba el día jugando con los caballos; le encantaban", evoca, aferrándose a unos recuerdos de infancia cada vez más lejanos: "Hablamos hace unos días; quería jubilarse". Solo le quedaban dos años.

En la mesa de la entrada a la pista, una joven mira dubitativa la esquela: Rubén Souto. 49 años. «Es el marido de mi prima», un nudo en la garganta entrecorta la historia que iba a contar. Natural de Ceboalles de Abajo (León), Souto era experto en bajar al pozo. Lo hizo desde que era joven hasta que cerró la antigua mina. Entonces cambió de sector y se fue a trabajar al Sur, pero con la reapertura volvió a su tierra natal hace unos años. "Era muy niñero, siempre paseando con su nieto", un niño de dos años ajeno hoy al dolor de esta familia, sacudida por partida doble: Rubén Souto era pariente de Jorge Carro, de 33 años. Muy arraigado a la ganadería, entró en la mina hace cuatro años. "Aquí se vive de eso, pero nadie baja por gusto", comenta un conocido: "Lo hizo para poder tener un futuro". Sobre el féretro de Carro una foto suya vestido de minero, en una bocamina. El mono negro, la cara negra, el casco negro. En la imagen resaltan dos grandes ojos azules, los mismos que le quedan de herencia a su hijo Marco, que la semana que viene cumple dos años.

Otro de los mineros fallecidos fue Iván Radio. Del pueblo de Orallo, Radio tenía 54 años y dos hijas que en la capilla ardiente alternaban el llanto con la entereza, y se turnaban para arropar a una madre que hoy era, sobre todo, esposa.

Lejos de Villablino, en la localidad barciana de Torre del Bierzo, despiden a estas horas al quinto minero: David Álvarez, de 33 años. Llevaba en mina Cerredo tres meses.

Junto a ellos, otros cuatro compañeros resultaron heridos. Esta mañana, la Delegada del Gobienro, Adriana Lastra, informaba de que todos ellos "presentan una evolución favorable".