"Elcano" desde dentro: el inmenso privilegio de navegar unos días a bordo del buque

Sobre todas las cosas que podría decir es que es hermoso, una belleza, una elegancia

"Elcano" desde dentro: el inmenso privilegio de navegar unos días a bordo del buque

"Elcano" desde dentro: el inmenso privilegio de navegar unos días a bordo del buque / v. g. t.

Virginia Gil Torrijos

Virginia Gil Torrijos

La princesa, la infanta Leonor se ha embarcado en el "Juan Sebastián de Elcano". Miro las fotos, esas en las que se la ve encaramándose a los palos y tengo que suspirar. Suspiro al rememorar que ahí mismo, ahí subida, con esos mismos arneses, a 50 metros sobre el océano, en altamar y frente a las costas de Portugal, también estuve yo.

Fue en julio de 2022 cuando tuve el inmenso privilegio de que la Armada Española me invitase junto a 80 personas más para vivir unos días en el buque escuela, haciendo la travesía sin escalas de Marín a Cádiz. Me piden que lo recuerde de nuevo, que describa la experiencia, que diga cómo es "Elcano", como es por dentro, así que voy a intentar transmitirlo desde mi perspectiva. Les advierto que yo nunca fui militar, ni guardiamarina, ni una soldado, solo soy una persona corriente, una civil, una mujer que creció viendo la película "Botón de ancla" siendo pequeña, y una poeta que una vez pudo lanzar sus versos marineros a la "Alborada" de Candás, y esa fue, básicamente, la razón para la invitación por parte del JEMAD, los poemas.

Sobre todas las cosas que podría decir de "Elcano" es que es un buque hermoso, una belleza, una elegancia, un bergantín-goleta de 4 mástiles, 5 palos, contando el bauprés, un velero galán de 123 metros de eslora, un barco que por todos sus rincones recuerda que venimos de una tierra cuna de grandes marinos, con tremendas historias épicas, con sueños temerarios, con hambres de aventuras y con muchos miedos de mar.

"Elcano" fue un barco construido con cariño, pero es una nave que se actualizada y se moderniza cada año en La Carraca, San Fernando; un barco al que se le mima como a precioso tesoro y al que se cuida con sumo esmero. En él todo reluce, desde las luminarias hasta los regalos expuestos, y que son dádivas que otras naciones obsequian al buque con motivo y en recuerdo de sus escalas por el mundo. Porque "Elcano" es nuestro mejor embajador, y ejerce como tal. En las cámaras y en los comedores del comandante y de sus oficiales todo rezuma a maderas nobles, a repujados, a tradición, a exquisitez en el trato. En la zona de la marinería, próxima a las cocinas, sin embargo, huele a vida, a comida casera y se respira alegría, juventud, camaradería, confidencias en cubierta al termino de las jornadas. Como hay muy poco wifi, apenas nada y solo en contadas ocasiones, hay en cambio mucha conversación por los rincones, y también mucho salseo y risas de acento gaditano. Pero no hay que olvidar que "Elcano" es una escuela, un lugar de aprendizaje, así que el centro neurálgico del barco y su razón de ser gira en torno a las dependencias de los guardiamarinas. Es ahí donde yo pernocté durante mi estancia. En el mismo camarote, o quizás en el de al lado, donde dormirá la Princesa de Asturias. En cualquier caso, en uno reservado a las "damas" guardiamarinas. ¿Qué les puedo decir? Pues que es como ir de campamento: armario mínimo, espacio mínimo, baño aún más mínimo, litera muy estrecha, mucha humanidad y poquita intimidad, pero que con orden militar y jugando a una especie de tetris de movimientos entre las compañeras, te las tienes que arreglar. No queda otro remedio.

La autora del artículo, en el bauprés.

La autora del artículo, en el bauprés. / V. G. T.

La cámara de guardiamarinas es el corazón del barco y la estancia mayor. Es un espacio con un aforo para unas 80 personas. Está provisto de largas mesas de madera y sus correspondientes sillas giratorias fijadas al entramado del suelo. Allí es donde se come, se estudia, se dan clases, y en ocasiones el comandante recibe los partes de meteorología y la propuesta de derrotas. Desde esa cámara se sube y se baja en continuo trajín hacia cubierta, a la que se accede por una escaleras empinadas y estrechas, también de madera, a las que pronto les coges el tranquillo.

Aquellos días en los que yo pasé en "Elcano" no había guardiamarinas, de hecho, ahora éramos nosotros, los "señores invitados" como nos llamaban. Habíamos ocupado los lugares y las estancias de los licenciados. La travesía oficial acababa de concluir en Marín con la entrega de despachos a los ya nuevos oficiales. Pero el barco siempre debe regresar a su base, a San Fernando, y es en Cádiz donde termina su periplo anual y comienzan las labores de mantenimiento.

Nosotros, los invitados, no éramos guardiamarinas, pero podríamos imaginar lo que esos chavales sentirían durante su formación como embarcados, los profundos lazos de amistad y compañerismo que entrelazarían para siempre. Porque lo que más impresiona de "Elcano" es su dotación, su tripulación, el modo en que se sincronizan, la maniobrabilidad que demuestran en el izado y el recogido del velamen, el silencio casi místico con el que se realizan las maniobras. Suena recurrente, pero "Elcano" es como una gran familia, una casa. No deja de ser un buque armado. Pertenece al ejército y está sujeto a con sus códigos disciplinarios y a sus reglas de obediencia, pero es un buque escuela y se palpa el sentimiento, el sano respeto, el buen rollo y todo lo que conlleva el dicho de "ir en el mismo barco". Porque "Elcano" te hace ser parte de un todo, sientes la comunión y la necesidad de esforzarte para dar a esa comunidad lo mejor de ti mismo (lo que mis hijos llaman volverse un "motivao", porque eso haces, te automotivas).

Leonor va a pasarse meses navegando. Tendrá que afrontar inclemencias, tempestades, tormentas, días de máximo oleaje y otros retos. Pero va a experimentar también lo maravilloso que es poder disfrutar de las pelis que a veces se proyectan en cubierta, sentarse en el suelo, al relente de la noche, junto a los compañeros, hablar con ellos, compartir charletas de vida o escuchar a los músicos del barco mientras miras las estrellas.

"Elcano" es pura emoción. Lo fue brevemente para mí y estoy segura que será también así para ella. En mi caso concreto, ¿qué les voy a decir? Soy una cincuentona más tirando a tricolor que a monárquica. Pero hay cosas que impresionan y que se te quedan grabadas en el alma, y "Elcano" atrapa. Atrapa porque es un barco que late y vibra, que respira y sueña con la circunnavegación del inmenso océano.

PD: Compis de 2022, recordad que tenemos una cita para ver nuestro barco el próximo 3 de julio en Xixón. Ya sabéis, "amigos para siempre", o, lo que viene a ser lo mismo, "primus circumdedisti me".

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