Opinión

Oviedo, polo biosanitario gracias al HUCA

La creación del Hospital fue un revulsivo sin precedentes que revitalizó barrios colindantes como Teatinos y La Corredoria

Entrada al edificio de Consultas Externas del HUCA.

Entrada al edificio de Consultas Externas del HUCA. / Irma Collín

El actual Hospital Universitario Central de Asturias cumple, en este 2024, diez años. Parece que fue ayer cuando los asturianos inauguramos esta moderna instalación que ha cambiado para siempre a nuestra sanidad. Pero, en realidad, ha pasado ya una década de su inauguración y de aquella histórica y compleja "mudanza" que transformó nuestras calles en una especie de corredor sanitario.

El HUCA, al que el paso de los años parece haberle sentado mejor de lo esperado, llama la atención a simple vista. Su arquitectura, vanguardista para aquella época, sus enormes cristaleras y su estilo sofisticado no dejaron indiferente a nadie. Desde luego, en poco, o nada, se parece al viejo Hospital.

Sin embargo, lo relevante de este edificio no es, por muy llamativo que resulte, su continente, sino su contenido y todo lo que su existencia ha significado para nuestra región.

Con la inauguración del HUCA, estrenamos también un nuevo modelo de organización sanitaria con el que experimentamos un positivo cambio funcional y asistencial. Los profesionales sanitarios cuentan, desde hace 10 años, con un sistema de trabajo totalmente digitalizado que, una vez superados los obstáculos del principio, ha mejorado sustancialmente su día a día, y también el de los pacientes.

El salto cualitativo, en todos los aspectos, es innegable. La capacidad para aumentar el número de trasplantes, de pruebas diagnósticas, de operaciones, de consultas y hasta de urgencias atendidas, en un sistema ya de por sí tensionado, ha sido grandiosa. Pero no solo eso. Con el nuevo HUCA, llegaron más ciencia, más innovación y más avances en los tratamientos gracias, muy especialmente, al gran trabajo realizado por los excelentes profesionales de los distintos servicios médicos del centro.

Quedan, sin duda, retos por superar. Y en ese sentido cabe exigir al Principado de Asturias soluciones para rebajar las listas de espera, que alcanzan niveles, en muchos casos, intolerables, y para atender todas las justas reclamaciones de los profesionales sanitarios a fin de facilitar su trabajo y premiar su esfuerzo.

Para Oviedo y para los ovetenses, es un honor y un orgullo que el principal hospital de Asturias se encuentre en nuestra ciudad. No solo porque es la joya de la corona de nuestra sanidad y un centro de referencia a nivel nacional, sino también porque es un activo económico de profundo calado.

Negar que el traslado del HUCA a La Cadellada transformó la zona sería negar la realidad. Fue un revulsivo sin precedentes que revitalizó los barrios colindantes, como Teatinos y La Corredoria; especialmente este último, que alberga la milla sanitaria conformada por el propio Hospital, la FINBA y ahora el Instituto de Productos Lácteos de Asturias, que se inaugurará en unos meses.

El HUCA, renovado y pionero en tantos aspectos, hace de Oviedo un polo biosanitario, con su epicentro en La Corredoria, que atrae a médicos, a estudiantes de Medicina, a investigadores, a otros profesionales sanitarios y a empresarios del sector, contribuyendo con carácter determinante a la prosperidad y al crecimiento de uno de los barrios más importantes, por densidad y por infraestructuras, de nuestra ciudad.

Pese a la trascendencia que tiene para todos nuestro nuevo Hospital, y a pesar del indiscutible progreso que trajo aparejado, no todos vieron su puesta en marcha con los mismos ojos. A los vecinos del barrio del Cristo-Buenavista les ha tocado vivir la peor cara de esta moneda. Y en este punto, quiero hacer especial hincapié.

El derribo del viejo Hospital y el merecido renacimiento de esa zona es una asignatura pendiente absolutamente intolerable, que el Principado debe afrontar sin más demoras.

Diez años después, no se ha encontrado una solución para esos terrenos que se han convertido en un foco insoportable de suciedad y de abandono que sufren, más que nadie, sus vecinos.

La colaboración y el espíritu de cooperación desde el Ayuntamiento de Oviedo siempre ha sido total. Y así va a seguir siendo. Pero me atrevo a reclamar, como alcalde y como ovetense, mayor voluntad política de todas las partes implicadas, especialmente del Gobierno del Principado.

Soy consciente de la complejidad que requieren su derribo y su posterior resurgimiento, pero diez años son demasiados para no haber dado aún respuestas definitivas, solventes y realizables. En este asunto, la pasividad es inadmisible.

En Oviedo, sabemos bien lo que es mirar con impotencia hacia un agujero sin esperanza. Lo hicimos, durante demasiados años, en El Vasco. Por eso, exigimos una solución para el viejo Hospital.

Por nuestra parte, estamos dando pasos decisivos, por ejemplo, con la recuperación de la galería comercial del Calatrava que, sin duda, ayudará a revitalizar el barrio. Pero no podemos hacerlo solos. El Cristo-Buenavista necesita, cuanto antes, que los viejos terrenos sanitarios renazcan y miren, por fin, hacia el futuro.

Con ese sincero deseo, termino felicitando por su décimo aniversario al Hospital Universitario Central de Asturias y, por supuesto, a todos los profesionales que hacen de él uno de los mejores centros de España.

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