Jornadas de Piano "Luis G. Iberni"
Ove Andsnes caldea el Auditorio con repertorio nórdico
El pianista noruego brilla durante dos horas de recital con las obras de Grieg, Geirr Tveitt y Chopin en la segunda entrega del nuevo curso del ciclo de conciertos del Auditorio Príncipe Felipe

El pianista noruego Leiv Ove Andsnes, durante el concierto de las Jornadas de Piano «Luis G. Iberni» que ofreció ayer en el Auditorio. | LUISMA MURIAS

Las Jornadas de Piano "Luis G. Iberni" vivieron anoche -en la segunda cita de la temporada tras aplazarse para el 9 de marzo el recital de Arcadi Volodos-, una velada sobresaliente gracias al talento y la técnica del noruego Leif Ove Andsnes y al atractivo programa que incluía obras de Grieg, Tveitt y Chopin, tres magisterios diferentes entre sí que Andsnes solventó de forma extraordinaria.
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La "sonata para piano en mi menor", op. 7 de Grieg abría la velada. Leif Ove es uno de los grandes intérpretes en la música de su compatriota, tal y como atestiguan sus numerosos trabajos discográficos, y su ejecución fue una muestra más que evidente.
Desgarbado, sobrio y elegante, Andsnes afrontó esta pieza sin la necesidad de partitura, recreándose en la colorista armonía de la pieza y conjugando, con singular maestría, el lirismo que encierra el "Andante molto" o el dramatismo que subyace en el "Finale. Molto allegro", con una pulsación nítida y gran acierto en los placados acordes de la mano izquierda.
La segunda de las piezas se demoró unos minutos, ya que Andsnes tomaría la palabra para dirigirse a los asistentes -algo menos numerosos que en otras ocasiones, pero muy respetuosos-, para explicar brevemente (aunque de forma muy pedagógica), la "Sonata para piano número 29", op. 129, de Geirr Tveitt. Es un compositor no demasiado conocido que tras la Segunda Guerra Mundial se dedicó a recopilar temas folclóricos que añadiría en sus composiciones. Una lástima no conservar su totalidad pues, como Leif Ove explicó, un incendio en la vivienda del compositor destruyó más del 70% de sus obras.
La pieza, ecléctica y con una sonoridad menos convencional, reproduce un interesante juego de armónicos y resonancias, con dos temas bien perfilados que Andsnes expuso, con interés y pericia, en cada una de sus variaciones. Brillante ejecución de una pieza virtuosa, con pasajes de gran complejidad y densidad y ritmo trepidante que el intérprete noruego solventó con meticulosidad.
La segunda parte de la velada, organizada por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo, en colaboración con LA NUEVA ESPAÑA, estaba reservada a los "Preludios" que conforman el op. 28 de Frédéric Chopin. El artista supo plasmar, por medio de una nítida pulsación, la calidez y el lirismo que se percibe en cada pieza del compositor polaco. Con una notable sensibilidad encaró los veinticuatro números, imprimiendo a cada uno de ellos el carácter preciso, con unos fraseos ajustados y una expresividad potenciada por la tenue iluminación del Auditorio Príncipe Felipe y las nostalgias melodías de Chopin.
Tras dos horas de recital, ante los aplausos y ovaciones del público, Leif Ove Andsnes regaló, como propina, "La cathédrale engloutie", de Claude Debussy.
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