"Chuso", el policía cangués premiado que enseña a la gente a defenderse: "No es lo mismo un ring que luchar por tu vida en la calle, ahí no hay reglas"

El maestro de kajukenbo cangués señala la importancia que tiene hoy en día la defensa personal

Jesús Cofiño recibe el reconocimiento del Concilio de Maestros de las Artes Marciales de España

Jesús Cofiño recibe el reconocimiento del Concilio de Maestros de las Artes Marciales de España / R. J. Q.

J. Quince

Cangas de Onís

Muchos conocen la existencia de artes marciales como el kárate, el judo o incluso jiu-jitsu. Pero pocos han oído hablar del kajukenbo, una mezcla de conceptos y técnicas de todas ellas, además del kendo y el kung fu. En este desconocido arte marcial, que llegó en los años 70 a España, es un experto Jesús Manuel Cofiño Cueto, más conocido como Chuso.

Este cangués afincado en Gijón ha dedicado 49 años de su vida al aprendizaje, la práctica y la enseñanza de este curioso método de defensa personal. Una amplia trayectoria que le fue reconocida el pasado verano en Murcia, donde recibió la Estrella de Oro del Concilio de Maestros de Artes Marciales de España: "Sentí mucha emoción y orgullo por poder representar en una gala como esa mi estilo y a mi maestro, Ángel García Soldado, una leyenda. Es un buen aliciente para continuar en esta labor", confesó.

Se trata de un reconocimiento que pone en valor la constancia, pero también los principios que, dice, guían su vida: el respeto, la disciplina, la honestidad, y la educación. Aunque reconoce, “esa filosofía es muy bonita, pero parece que se pierde cuando te ponen un cuchillo en el cuello. Hay que aprender a defenderse y salir de esa situación”.

El kajukenbo, es precisamente un arte marcial híbrido compuesto de técnicas que permiten salir airoso de una situación de peligro, "un estilo duro, pero muy eficaz y contundente", explica. Su origen tiene algo de épico, ya que fue creado en Hawaii en los años 40 por practicantes que entrenaban en barracones durante largas jornadas, y luego probaban su efectividad enfrentándose en peleas en los bares con marines americanos: "Ellos querían asegurarse de que las técnicas que aprendían funcionaban", señala.

Jesús alcanzó el cinturón negro noveno dan, el grado más alto en este arte, y hoy lidera un equipo de 80 alumnos repartidos por varias localidades de la región. Aunque tiene delegados en todo el país y una cantera prometedora, prefiere centrarse en la enseñanza a adultos. Entre ellos, destaca Nati, una mujer de 66 años que está cerca de convertirse en el primer cinturón negro femenino bajo su tutela: "Lleva muchos años entrenando y lo hace muy bien", concreta con orgullo.

Asistentes a una clase gratuita de Kajukenbo impartida por Chuso Cofiño en el Polideportivo de Arriondas

Asistentes a una clase gratuita de Kajukenbo impartida por Chuso Cofiño en el Polideportivo de Arriondas / R. J. Q.

El perfil de su alumnado es muy variado y de todas las edades. Hay jóvenes, especialmente chicas, que buscan herramientas para defenderse en la calle en caso de una amenaza, y personas mayores que ven en este arte marcial una forma de mantener la seguridad y la confianza en sí mismos. En ese ámbito, este maestro es un experto, ya que ha trabajado durante 35 años como policía nacional, e incluso llegó a ser escolta presidencial. Esta experiencia le mostró la importancia de la defensa personal: "No puedes pelearte con un delincuente, tienes que reducirlo y hacerle el menor daño posible. Eso es lo que intento enseñar".

La defensa personal insiste, es diferente a cualquier deporte de contacto, como el kickboxing: "No es lo mismo ponerse unos guantes y subirse a un ring, donde hay unas normas y un árbitro, que estar en la calle luchando por tu vida. Ahí no hay reglas". Y es que, tal y como él mismo ha podido comprobar en su profesión, la calle actualmente puede representar "un peligro": "Es importante estar preparado por si es necesario poner en práctica alguno de estos conocimientos y que salga de manera natural", sostiene.

Con la mirada puesta en el futuro, Jesús Cofiño, que comenzó en esta disciplina con 6 años, sueña con centralizar sus clases en una zona concreta de Asturias y expandirse a nivel nacional e internacional: "Mi idea, cuando me jubile es dedicarme exclusivamente a esto y ayudar a difundirlo como uno de los mejores sistemas de defensa personal del mundo. Aún no es muy conocido aquí, pero ya está creciendo", afirma con una sonrisa. A sus 54 años, su pasión no ha hecho más que crecer.

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