Opinión
Una exposición para aprender
Un reflejo en el que mirarse para que la ciudad no cometa errores del pasado y sí repita los aciertos

La macroexposición fotográfica del Revillagigedo cautiva a los visitantes (en imágenes) / Juan Plaza
La recientemente inaugurada exposición "Gijón/Xixón. Epicentro. Fotografía (1858-1992)" en el Palacio de Revillagigedo va mucho más allá de una muestra de 1.300 imágenes sobre la historia de la ciudad y de que constituye una segunda experiencia tras el exitoso acuerdo de colaboración entre la Fundación Cajastur y el Ayuntamiento de Gijón. Supone un refugio para los gijoneses, píldoras de historia a través de sus espacios, de sus emblemas y de su paisanaje que ayudan a comprender la tradición industrial que, con el paso de las décadas, se fue abriendo camino y transformando con la llegada de más y más ciudadanos. Pero conviene poner la atención, ahora que se agolpan sobre la mesa grandes proyectos urbanísticos para la ciudad como el plan de vías o Naval Gijón, por citar dos ejemplos, en aquellas tropelías que provocaron una cicatriz indeleble. Basta con mirar las fotos del paseo del Muro antes de que San Lorenzo se convirtiese en una playa con sombra.
Gijón no puede repetir errores, y tanto en una zona como en otra, que convertirán el entorno de Moreda y El Natahoyo en otro gran centro de atracción de la ciudad, se deben extremar las precauciones para buscar ese equilibrio entre lo económico y lo habitable. Margen para hacerlo bien hay suficiente y la buena voluntad se presupone en quienes deben tomar decisiones, especialmente en lo que a los terrenos del Solarón se refiere. Quedó visto hace poco más de una semana por la unidad de acción entre las tres administraciones y, en paralelo, por la aceptación mayoritaria de lo que se pretende.
Historia distinta parece desvelarse en el entorno de los antiguos terrenos de Naval Gijón. Puerto y Ayuntamiento comparten el objetivo de desarrollo de la zona, pero difieren en quién y cómo se debe llevar a cabo en ese terreno público portuario que no formaba parte de la compra realizada por el Consistorio. Compra que le convirtió en el propietario mayor de los terrenos. La Autoridad Portuaria, además, tal y como avanzó LA NUEVA ESPAÑA, tiene en su hoja de ruta un plan más ambicioso que incluye la transformación de la fachada marítima desde la punta Lequerica a El Musel. El ímpetu portuario y municipal por hacer las cosas bien tiene el riesgo de que, por el camino, empiecen los conflictos políticos y Gijón vuelva a ver frenado otro gran proyecto transformador. Vuelve a cobrar entonces importancia la exposición del Revillagigedo, pues revela que siempre que hubo unidad, al margen de ideologías e intereses partidistas, a la ciudad le fue bien. Y de eso se trata.
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