Hay que estar en la piel del rescatador que acude a la alerta activada por una asociación cuando uno de los suyos se echa en falta. Hablamos de la ancianidad sumada a la condición de sordomudo, además guía de su pareja invidente, conviviendo juntos. No es ninguna serie de televisión es la realidad. No es sobrevenida esta reflexión. Este periódico recogía el 18 de diciembre de 2007 la pregunta: ¿Cómo llama un sordomudo en una situación de emergencia?, con motivo de las VII Jornadas Sistema Integral de atención a emergencias en Asturias de la Asociación de Bomberos A.B.A. Con esta sensibilidad, este periódico publica las estadísticas de intervención de los Bomberos de Gijón, justo el 9 de marzo del 20024, destacando los rescates en los domicilios de personas mayores, preocupación que asiste a los profesionales que ven, año tras año, cómo se incrementa pese a los avanzados sistemas de teleasistencia al que no todos llegan. ¿Qué falla? ¿Algún responsable municipal o autonómico sale a explicar este goteo de accidentes y fallecimientos en soledad? ¿De qué soledad hablamos viviendo en comunidad? Gijón no es la España vaciada precisamente, es más bien la administración ausente, pero de quienes tienen obligación de prevenir esta lacerante situación social reiterada e "in crescendo". Algo habrá que hacer, de lo contrario aceptaremos el abandono a la ancianidad, a la discapacidad en definitiva como una rutina inevitable cuando no lo es en absoluto. Habrá que incorporar al casco de bombero, además de la linterna, una cámara que grabe la alta sensación de impotencia cuando se rescata a personas que están solas, abatidas o fallecidas en medio de la multitud, una incongruencia social por resolver. Al menos, compartir con el rescatador que no está solo, interiorizando la escena dantesca, buscar soluciones, en particular quienes gestionan nuestros tributos y tienen la responsabilidad de actuar antes que esto sea eso, una simple rutina. Es decir, la concejalía y consejería de Derechos y Servicios Sociales, ambas gestionan la dependencia que no llegó a este matrimonio dejado a su suerte.