Opinión

Inmoderada amistad peligrosa

Amar la inestabilidad y la incertidumbre más que la prudencia

Qué poco me gustaba que mi madre, sesenta años ha, me dijera que no anduviera con fulano de tal o con mengano porque ejercían sobre mí malas influencias; ofendía mi autoestima y le replicaba: "¡Soy yo la mala compañía!". Pues bien, últimamente, aquella impresión de pervertir a mis amigos viene a refrendarse cuando las hijas, sobre todo las hijas, me llaman, a espaldas de ellos, para contarme el historial clínico de sus padres y pedirme encarecidamente que cuando departa con ellos sea moderado.

Me consta que la moderación es clave para sostenerse en el mundo, que a nadie cura andar por los extremos, que la discreción está entre lo riguroso y lo blando, que es la mejor virtud para gobernar y gobernarse; que el afán aún de las cosas buenas ha de ser templado y reposado, que a la persona comedida le basta lo suficiente; sé que el agua clara del curso de un río nos vuelve a la vida antes que un vino generoso, un Rapaura de Nueva Zelanda servido en el cáliz de doña Urraca; sé que la felicidad inmoderada se autodestruye, sé que hay límites aquende o allende de los cuales el bien peligra..., pero en mi alma, la moderación, que tonta, injusta e inevitablemente asocio con la mediocridad y el canguelo, es fatal. En mi fuero interno estoy con Wilde: "Nada triunfa como el exceso" ("Nothing succeeds like excess"). Yo me acomodo con mi suerte desde el entusiasmo, desde el éxtasis. No me basta lo suficiente. Me arrebato con poco, es cierto, pero exprimo a lo bestia la esencia de lo poco.

A lo que voy: me visitan las hijas de mis amigos para mostrarme los análisis clínicos de sus padres y para pedirme sosiego cuando vengan a mi casa o acuda a la de ellos o salgamos al Húmedo. Ignoran, pobres de ellas, que a estas alturas de mis canas, no quiero adueñarme ni de mi alma y que en esos encuentros esporádicos, cada día más excepcionales, amo la inestabilidad y la incertidumbre, y evito como la peste, aún más que la abstinencia, la prudencia.

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