Crítica de 'Misión Imposible: sentencia mortal-parte uno': una bomba de energía cinética

Puede que cumplir la misión en torno a la que gira la peripecia narrativa de ‘Sentencia Mortal - Parte uno’ sea imposible, pero explicar sus pormenores lo es aún más pese a lo convincente que, en la piel del agente Ethan Hunt, Tom Cruise resulta mientras recita párrafos de jerigonza tecnológica y geopolítica, espesa como el chapapote. La película enfrenta al héroe a una inteligecia artificial capaz de controlar cada rincón de internet y por tanto de proporcionar a quien la posea el dominio del mundo, pero eso da igual porque, como de costumbre en la saga ‘Misión Imposible’, su argumento tiene mucha menos importancia que la furiosa energía cinética que genera.

Mientras nos llevan de Ámsterdam a Innsbruck -pasando por Yemen, Abu Dhabi, Roma y Venecia-, Cruise y el director Christopher McQuarrie nos van reubicando constantemente dentro de una interminable sucesión de engaños narrativos, giros argumentales y pistas falsas al tiempo que, por supuesto, nos ofrecen una colección de espectaculares coreografías de acción durante las que en todo momento queda claro que es el actor mismo, y no un especialista, quien se castiga el cuerpo a los 61 años con el único fin de complacer al espectador.

McQuarrie demuestra conocer siempre cuál es el lugar justo donde colocar la cámara para maximizar el impacto visual de las virguerías físicas de Cruise, ya sea durante una salvaje persecución en coche, varios de sus proverbiales esprints, el descabellado salto en motocicleta/paracaídas que lleva meses viralizado o la extraordinaria escena climática a bordo de un tren que culmina en uno de los descarrilamientos más escalofriantes jamás proyectados en una pantalla, y que tan solo es uno de los varios homenajes que aquí se rinden a la primera película de la saga. Suceden tantas cosas locas a lo largo de los 163 minutos de metraje que, pese a no ser más que la primera parte de una secuela, la película no deja al espectador con la sensación de haber visto tan solo media película. A causa de los inevitables cabos sueltos que su relato deja, eso sí, tampoco resulta tan satisfactoria como ‘Misión imposible: Fallout’ (2018).

Aún más que tanto esa predecesora como la otra dirigida por McQuarrie, ‘Misión imposible: Nación secreta’ (2015) -con las que por otra parte coincide en tono y estilo-, ‘Sentencia Mortal - Parte uno’ aparece aderezada de alguna incursión en la psicología y el pasado de Hunt, varios pronunciamientos solemnes sobre la amistad y la lealtad y dosis eficazmente cómicas de autoconciencia sobre su propia ridiculez. Y, en última instancia, convierte el conjunto en metáfora de la idea que Cruise lleva cierto tiempo abanderando tanto dentro como fuera de la pantalla: la importancia del factor humano frente a la tecnología carente de textura, personalidad y alma o, más concretamente, la necesidad de salvaguardar el cine comercial de la tiranía de computadoras y algoritmos. Considerando que las aventuras de Hunt pronto serán cosa del pasado, y que ello tal vez suponga el fin de una de las más deslumbrantes series cinematográficas de Hollywood, es un mensaje particularmente oportuno.