Apenas pasaban las 9 y media de la mañana cuando una explosión enmudeció Degaña. La minería asturiana registró ayer en una explotación de la localidad de Cerredo su mayor tragedia en casi 30 años: cinco trabajadores fallecieron y otros cuatro resultaron heridos (tres de ellos graves) a causa de una explosión de gas grisú, según las primeras hipótesis de los investigadores.Los cinco fallecidos, de entre 33 y 54 años, eran leoneses, y cuatro de ellos residían en pueblos del municipio de Villablino, muy cercano a la mina de Cerredo, en el suroccidente del Principado, una explotación de carbón que ha sido reabierta por la empresa asturiana Blue Solving con un permiso para investigar la existencia de grafito y otro para la recuperación de materiales. Precisamente la investigación se centrará ahora en las labores que desarrollaban los trabajadores cuando se produjo el accidente, así como las condiciones en las que las llevaban a cabo. Una concentración de metano entre el 4 y el 14 por ciento y una "chispa" fueron los elementos clave para que se produjese la explosión, según los expertos, quienes también expresaron su extrañeza por que no saltaran avisos del riesgo, al ser obligatoria la presencia de detectores. Según la consejera de Transición Ecológica, Belarmina Díaz, la empresa Blue Solving tenía vigente un permiso para retirar elementos del yacimiento y los once mineros se encontraban trabajando en la tercera planta, en una de las galerías cuando, según explicó la Delegada del Gobierno, Adriana Lastra, "explotó una bolsa de grisú". Se trata de un gas compuesto al noventa por ciento de metano, "un fluido altamente inflamable en atmósferas poco ventiladas", detalló el ex minero y responsable de Industria de CC OO, Javier Vázquez. Y añadió que, "cuando se trabaja cerca de la entrada, puede servir la ventilación natural. Dentro no". Ese es uno los interrogantes: "En el interior las minas hay gases que se dispersan por sistemas de aireación; habrá que saber si pudieron fallar haciendo que esa concentración aumentase", apuntó Santiago Suárez, ex jefe de la Brigada de Mineros de Hunosa (ayer desplazada a Degaña) quien explicó, además, cómo la explosión se produce "con una concentración de metano de entre el cuatro y el catorce por ciento". Si con esos valores "salta una chispa", ocurre la deflagración. En estos trabajos, "el vigilante de la explotación cuenta con un detector que lanza un aviso cuando la concentración de gas alcanza el 1,5 por ciento. Tiempo suficiente, normalmente, para evacuar", recalcó. Será una circunstancia que deberá esclarecer la investigación con las declaraciones de los supervivientes.