Nueva era en la Casa Blanca
Trump castiga y redobla sus amenazas a Harvard tras la negativa de la universidad a plegarse a sus exigencias

Arxiu - Universitat de Harvard / Europa Press/Contacto/Michael Ho Wai Lee - Archivo

Hasta esta semana el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, había conseguido con sus amenazas de retener fondos federales que universidades privadas se plegaran a sus exigencias. Este lunes, no obstante, topó con la resistencia de un rival formidable: Harvard, el más rico y conocido centro de educación superior de EEUU.
La negativa del prestigioso campus de Massachusetts a sucumbir a las presiones del presidente ha hecho que el republicano las endurezca. El lunes su Administración anunció la congelación de becas y contratos por valor de casi 2.300 millones de dólares. Este martes el presidente ha amenazado en un mensaje en Truth Social con quitar a Harvard el estatus que le da exenciones fiscales.
Y la escalada deja en evidencia la gravedad de este conflicto para el futuro de la libertad de expresión y académica en EEUU y, también, las formas de extorsión de Trump.
El fondo del conflicto
El conflicto de Trump con las universidades de élite viene de lejos, pero se ha disparado desde que el republicano volvió a la presidencia. Desde ese momento ha elevado denuncias de supuesta permisividad con el antisemitismo que los conservadores han estado lanzando desde que numerosos campus acogieron protestas por la guerra de Gaza que Israel abrió tras los ataques de Hamás del 7 de octubre.
Su Gobierno ha tomado medidas draconianas y de dudosa constitucionalidad contra algunos de quienes participaron en esas protestas, y las detenciones e intentos de deportaciones de varios residentes legales, como los estudiantes de Columbia Mahmoud Khlail o desde este lunes Mohsen Mahdawi, extienden la alerta ante la creciente represión de la libertad de expresión, pensamiento y disenso.
El retorno de Trump a la Casa Blanca, y su poder, también han dado alas a un endurecimiento brutal de la cruzada, incluyendo en universidades, contra movimientos de justicia social, racial y de género, incluyendo la persecución de cualquier programa de Diversidad, Igualdad e Inclusión (DEI, por sus siglas en ingles) o de lo que se denota como 'woke'.
El caso concreto de Harvard
En el caso concreto de Harvard, el conflicto entró en su fase explosiva el pasado viernes. Entonces el Gobierno de Trump envió una carta a la universidad en la que le acusó de "no estar cumpliendo las condiciones intelectuales y de derechos civiles que justifican inversión federal".
La misiva demandaba, por ejemplo, cambios en la estructura de gobierno del centro; remodelación de las políticas de admisiones; auditorías externas para las facultades de Medicina, Salud Pública, teología y de varios programas: cambios en los castigos disciplinarios de estudiantes y retirada del reconocimiento de varios grupos de estudiantes propalestinos y acometer al menos hasta finales de 2028 un proceso de reforma en el que habría que enviar informes trimestrales al Gobierno sobre su cumplimiento. La amenaza expresa era retirar la financiación federal si no se implementaban.
Era una carta similar a la que habían recibido Columbia y otras universidades de la Ivy League. Pero mientras el prestigioso campus de Nueva York capituló ante la presión de Trump y decidió responder afirmativamente a sus exigencias, Harvard respondió este lunes con una negativa en otra misiva enviada por dos abogados en la que se decía que "ni Harvard ni ninguna otra universidad privada puede permitirse ser tomada por el Gobierno federal".
Alan Garber, el rector, envió también el lunes una carta abierta a toda la comunidad de Harvard donde permitía leer tanto la misiva del Gobierno como la respuesta de la universidad. "La universidad no entregará su independencia ni renunciará a sus derechos constitucionales", dijo. "Ningún gobierno, sin que importe el partido en el poder, debería dictar lo que las universidades privadas pueden enseñar, a quién pueden admitir y contratar y que áreas de estudio o investigación pueden desarrollar", escribió también.
La respuesta de la Administración fue inmediata y se congelaron los 2.200 millones de dólares en becas multianuales así como 60 millones de dólares en contratos. Este martes llegaba, ademas, la amenaza de Trump en Truth. "Quizá deberían ser gravados como una entidad política si continúan impulsando la 'enfermedad' política, ideológica y de inspiración/apoyo terrorista", escribió. "Recuerden: ¡el estatus de exención fiscal depende completamente de actuar en INTERÉS PÚBLICO!".
Aplauso y temores
Harvard es la primera institución universitaria que se planta ante Trump. Se ha ganado el aplauso del expresidente, Barack Obama, un antiguo alumno, que en un mensaje en X compartió la carta abierta de Garber, dijo que "Harvard ha marcado un ejemplo rechazando un intento ilegal y torpe de sofocar la libertad académica” y se mostró esperanzado de que “sigan su ejemplo" otras instituciones.
Muchas podrían hacerlo, pues Trump ha amenazado a decenas, incluyendo Yale, la Universidad de Pensilvania, Brown, Princeton, Northwestern y Cornell.
El plante de Harvard tiene cierta lógica tras ver lo que le pasó a Columbia, que pese a capitular no solo no ha visto reinstaurada la financiación federal, sino que no ha evitado que el Gobierno le exija ponerse bajo su supervisión y tutela directa.
Harvard, además, es la universidad más rica de EEUU. Tiene un 'endowment', el fondo de inversión con recursos propios, de 53.000 millones de dólares, más del triple que Columbia, lo que le da más músculo financiero para mantener la lucha en los tribunales o para resistir los golpes de Trump.
El 'endowment' y su gestión, no obstante, a menudo y especialmente en el caso de donaciones llega con limitaciones. De hecho, el 70% de la distribución anual del de Harvard está limitado porque donantes requieren que su dinero vaya a programas, departamentos o propósitos específicos.
El chantaje de Trump amenaza, así, con afectar directamente a funciones operativas y académicas y de investigación, y no solo del campus académico y sus facultades, sobre todo las de medicina, salud pública e ingenieria, sino también de sus centros médicos asociados. En el último informe financiero del sistema hospitalario de la universidad se veía que el 11% de sus ingresos operativos anuales provenían de fondos federales para la investigación.
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