Las valientes que continúan haciendo latir el comercio local de Gijón: cuando sí hay relevo

"Proseguir la historia siempre es más sencillo que empezar de cero", aseguran las protagonistas

Relevo en el pequeño comercio de Gijón.

Relevo en el pequeño comercio de Gijón. / Marcos León

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Gijón

Arqueólogos reconvertidos a zapateros, empleadas que se convierten en sus propias jefas para continuar una historia de décadas y hasta administrativas que deciden tirarse a la piscina y pilotar una tienda tras descubrirla en "Wallapop". El comercio local de Gijón encierra detrás de cada escaparate una historia. Y, si en los últimos años han sido muchas las tiendas históricas que han cerrado sus puertas para siempre, también ha habido unas cuantas que han proseguido dando color a las calles de la ciudad con otras manos. Esa segunda realidad es la que ahora se quiere fomentar con un plan impulsado por el Ayuntamiento y la Unión de Comerciantes. Se trata del Plan Local de Orientación Comercial (PLOC) que, entre otras cosas, llevará un control de los comercios gijoneses que estén próximos a cerrar para intentar garantizar un relevo.

"Continuar un negocio tiene sus riesgos, pero merece la pena y siempre es más fácil que empezar desde cero". Esa es la conclusión a la que, al rebufo de ese plan municipal, transmiten muchos comerciantes de la ciudad que han decidido tomar los mandos de tiendas con mucha solera. Uno de los casos más recientes lo ha protagonizado Verónica Bernardino. Ella tomó el rol de dueña de la mercería "La Cinta", un popular comercio de la calle Menéndez Valdés que tiene más de cuatro décadas de tradición. Bernardino ya tenía experiencia en el pequeño comercio ya que antaño regentó una tienda de novias. Sin embargo, antes de ponerse tras el mostrador de "La Cinta" trabajaba como administrativa. "Me despidieron y yo estaba mirando para comprar una cosa. Me salió un anuncio en ‘Wallapop’ de la mercería, pero se me iba de precio. Luego, bajó y justo era lo que me habían dado a mí de capitalizar el paro", relata la mujer.

Bernardino empezó a mover los hilos de su negocio el 5 de septiembre del año pasado. Tiene muchos clientes de la zona, pero también de fuera de Gijón que, poco a poco, está volviendo a enganchar. Sobre el PLOC, la empresaria lo tiene claro. "Me parece fenomenal y es algo que hace mucha falta. Las tiendas de barrio no pueden morir", agrega. "Proseguir un negocio tiene sus ventajas, aunque también sus inconvenientes. Heredas las cargas", añade.

Gijón cuenta con 3.350 comercios. Entre el 7 y el 8 por ciento de ellos está en riesgo de cerrar en los próximos tres años. La tienda de moda "El Jazmín", en la calle José de las Clotas, se encontraba en esa tesitura. Fue fundada en 1934 por Ceferino Álvarez, un emigrante asturiano que hizo las Américas y que cuando volvió de Cuba abrió otros negocios y este frente al Mercado del Sur. Los anteriores propietarios se jubilaron y fue Noelia Castro, una empleada que llevaba 19 años con ellos, la que tomó el timón el 22 de agosto del año pasado. Junta a ella, de segunda de abordo, sigue Conchi Corujo. "En Gijón, la tienda es una referencia. Estaba ya montada y conocía el negocio. Lo que funciona y lo que no", expresa Castro, que aplaude la iniciativa liderada desde la concejalía de Economía y Empleo. "Esta clase de planes hay que hacerlos porque sin las tiendas de toda la vida, dar un paseo por Gijón se haría muy triste y se perdería calidad", remata.

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María Llaneza, en la calle Asturias, ante su tienda de calzado. / Marcos León

Relevos en negocios de Gijón se han producido unos cuantos a lo largo de los últimos años. Teté Tuya, Natalia Cuervo y su hermana gemela Silvia regentan desde el 1 de marzo de 2019 la tienda de moda infantil "La Casita", en la calle de los Moros. Tomaron el relevo de su anterior jefa, que también se jubiló. La consideraban no solo como una referente sino también, en cierto sentido, como una madre. "Sabíamos todo lo que había que saber así que para la tienda no fue un cambio, sino una continuación", explica Cuervo. "Estos planes mejoran el pequeño comercio porque están cerrando muchas tiendas de siempre en los últimos años", agrega. "Además, dar un relevo siempre es más sencillo que empezar de cero", reflexionan las titulares de un negocio que, al año de tomarlo, tuvieron que capear la pandemia.

Por su parte, Inés González lleva al frente de "Stress", una tienda de moda de la calle Menéndez Valdés desde hace tres años. Ella nunca había estado antes en el pequeño comercio. Fue administrativa en una empresa de distribución de bebidas en Oviedo durante diez años de su vida. "Me tiré a la piscina y sin agua porque no tenía nada ahorrado", recuerda. "Me llegó esta oportunidad, tomé un café con la dueña y hasta hoy", comenta. El paso no ha sido sencillo. "La experiencia es dura. Tienes que estar aquí veinticuatro siete y es complejo mantener la confianza de los clientes, pero afortunadamente lo conseguí. Hay que hacer algo para que las tiendas sobrevivan. El plan está bien, pero tiene que ser de continuo", reclama.

Los relevos familiares

No solo empleados que deciden dar el paso son los que continúan con los negocios de siempre. También hay linajes familiares que encuentran un nuevo eslabón para seguir tirando del carro. Es el caso de María Llaneza y de su marido Fernando Gil, que prosiguen con la zapatería "Llaneza", un negocio con 62 años de historia en la calle Asturias. Él, antaño arqueólogo, y ella, trabajadora de la Fundación Municipal de Cultura, decidieron seguir los pasos del padre de la mujer, José Llaneza, que, antes que zapatero fue futbolista.

"Dar publicidad a este tipo de planes es importante porque si hay respaldo institucional la gente se va a sentir mucho más apoyada", opina Llaneza. "El comercio de Gijón siempre ha sido un orgullo y ahora, con la digitalización, las cosas han cambiado. Hay otras formas de funcionar", zanja una mujer que, otras muchas, hacen que la esencia comercial de Gijón se mantenga intacta.

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