Opinión

La apasionada matriarca de la Vuelta

La ovetense Cristina Álvarez González, directora general de La Vuelta Ciclista a Asturias, competición que este año cumple su centenario, lleva con muchísimo orgullo el sobrenombre de "Mendo", apodo con el que el periodista Ricardo Vázquez Prada, director de "Región", bautizó en 1950 a su padre, Julio Álvarez González, cuando éste comenzó a colaborar en dicho diario con apenas 18 años.

Tal es ese orgullo que Cristina transformó el apodo de Mendo en el nombre propio que eligió para bautizar a su primer hijo. El gran amor que profesó a su padre le impulsa el motor, rebosante de pasión y energía, que le da fuerzas, tras su fallecimiento en 2008, para asumir la dirección general de la carrera con el fin de dar continuidad a la gran obra que construyó su progenitor durante cinco décadas.

Durante el funeral de su padre, en las escaleras de la ovetense iglesia del Corazón de María, en la plaza de América, el allerano Víctor Cordero, alma mater de la Vuelta Ciclista a España, le presentó a Javier Guillén, su sucesor. Desde entonces Cristina y Javier forman un tándem de éxito como organizadores de pruebas deportivas. El liderazgo tranquilo y experto del madrileño de Alpedrete contrarresta la pasión e ímpetu de la ovetense.

Antes, en 2003, Cristina conoció a Fernando Corral, con quien contrajo matrimonio en el año 2007 después de pasar la prueba de fuego de ir un verano a La Bañeza a conocer a su futuro suegro.

La única mujer de España que dirige una competición ciclista profesional masculina siempre llora de emoción en la intimidad de su domicilio de la calle Santa Susana el primer día de La Vuelta Asturias al recordar la figura de su padre.

Por la noche, tras disputarse la última etapa y finalizar todo el ajetreo de La Vueltina, en la intimidad de su domicilio, vuelven a aflorar las lágrimas sobre su rostro al recordar a su padre. Cuando se inicia la competición lo siente muy cerca, pero al finalizar se aleja hasta el próximo año. "Misión cumplida, papá", le dice.

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