La opinión tras el cese de Albés: Agotados los botes de humo

Rubén Albés, antes del Sporting-Tenerife en El Molinón, su último partido como entrenador del equipo gijonés. / Ángel González

Pues nada, amiguinas y amiguinos, llegó el Tenerife por carretera y todo saltó por los aires. El que representa al que más manda se pasó diciéndonos las dos últimas semanas, a pesar de la que estaba cayendo y la que se veía venir, que Albés iba a seguir siendo "uno di noi". Y eso que ya se escuchaban los pasos de los rusos en la planta de arriba del búnker. Tuvo que aparecer el Almirante Cervera a despertarlos a todos del sueño con tres goles como cañonazos. No hay proyecto que sobreviva sin puntos ni en Gijón, ni en Guanajuato, ni en Kuala Lumpur por mucho que la idea sea buena, bonita y ¿barata? Y mucho menos cuando los cuellos se giran hacia el palco tras una racha de las que no se recuerdan.

Con el cabreo del pueblo y el Sporting en caída libre, la familia orlegiana optó por la cirugía. Tampoco quedaba mucho más qué hacer dado que en el arsenal ya se habían agotado los botes de humo una vez utilizados los del "sí se puede" llegar al play-off, la retirada de José Ángel, la intención de renovar al entrenador por encima de todo, las quejas por los arbitrajes, la aparición estelar de Nacho Méndez hablando de su libro…

Ahora habrá llamamiento a la unidad y petición de que las facturas se pasen al final de temporada, y mucho mejor si se remiten desde la playa o desde la piscina de Valencia de Don Juan. Albés ya es historia y suma la suya a la de los 23 entrenadores (alguno repetido y contando con el que se avecina) que ha tenido el Sporting desde el año 2000. Se espera que la llegada del nuevo salvador sirva para acabar con el olor a muerto y devolver la calma a los más rebecos. Y, a ser posible, que haga olvidar que el Sporting ha luchado por no caer al barro tres de las últimas cuatro temporadas. ¡Huy!, perdón, que no toca, que ahora vamos a por lo de la unidad, orden y progreso, ¿oyisti, güey? n

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