Una historia catedralicia: las nueve décadas de la principal iglesia de Mieres

La iglesia de San Juan de Mieres cumple 90 años como referente del culto religioso y de la protesta social

El aspecto original de la actual iglesia, antes de su ampliación. A la derecha, una imagen de José Álvarez Miranda.  |  D. M.

El aspecto original de la actual iglesia, antes de su ampliación. A la derecha, una imagen de José Álvarez Miranda. | D. M. / David MONTAÑÉS

David MONTAÑÉS

Mieres del Camino

El culto católico en Mieres puede rastrearse hasta mediados del siglo XVII. La primitiva iglesia se situó en la vega próxima al río, más o menos a la altura del actual barrio de Santa Marina. Según se puede consultar en el Archivo municipal, una gran riada se llevó por delante el templo. La solución fue alejarlo del cauce. Se construyó entonces una nueva parroquia en los terrenos de La Pasera. En ella se oficiaron las misas hasta el 24 de junio de 1927. Tras la homilía de la patronales, se derribó. La actual iglesia de San Juan Bautista comenzó a levantarse en 1928. Las obras se prolongaron por espacio de tres años, por lo que la actividad religiosa no comenzó hasta el año 1931. La iglesia más representativa de Mieres acaba de cumplir por tanto 90 años desde su consagración. Muchas son las misas que ha albergado en este tiempo, pero también ha servido de trinchera para las reivindicaciones sociales y laborales, con diversos encierros, el último protagonizado por un grupo de hosteleras el año pasado. Durante la guerra civil fue utilizada incluso como polvorín. Nueve décadas dan para mucho.

El antiguo templo parroquial, el 24 de junio  de 1927, días antes de su última misa. |  D. M.

El antiguo templo parroquial, el 24 de junio de 1927, días antes de su última misa. | D. M. / David MONTAÑÉS

Miguel del Campo es el actual párroco de San Juan. Antes que el estuvieron muchos otros, como José Luis Menéndez, fallecido hace dos años tras cuatro décadas de vinculación con el templo. Un año antes había fallecido Nicanor López Brugos, considerado durante casi medio siglo, sin más, el cura de Mieres. Fue apreciado por los fieles de la parroquia de San Juan, pero sobre todo fue respetado fuera de los muros de la iglesia. En 1995, fue galardonado como “Mierense del Año”, el mayor reconocimiento que concede la sociedad civil local. Y es que ofició muchas misas, pero también se subió al altar para alentar, sin miedo, al movimiento obrero. Con él, el templo de San Juan se alzó como refugio de libertad, bastión de lucha sindical y altavoz de las reivindicaciones democráticas.

Aspecto actual de la iglesia, con desconchados  y pintadas. |

Aspecto actual de la iglesia, con desconchados y pintadas. | / David MONTAÑÉS

Otro párroco muy querido de Mieres fue José Álvarez Miranda, que permaneció en el concejo entre 1883 y 1913. El 24 de junio de 1931 regresó a Mieres para consagrar la actual iglesia de San Juan: “Fue un cura muy respetado. Cuentan que cuando dejó la ciudad para irse a León una multitud lo fue a despedir a la estación y le arrancaron hasta los aguantes de las manos”, explica el diácono José Juan García. Con el estallido de la guerra civil llegó a ser multado con 10.000 pesetas de la época por interceder en favor de republicanos condenados a muerte.

Miguel del Campo y José Juan García, durante una misa. |

Miguel del Campo y José Juan García, durante una misa. | / David MONTAÑÉS

El paso del tiempo ha dado prestigio a la iglesia de San Juan, pero también ha desgastado la piadosa edificación. El templo integra junto a Requejo un conjunto estrechamente vinculado a la imagen de la ciudad, por lo que muchos califican a la emblemática plaza hostelera que se proyectó a los pies de la iglesia como la catedral de la sidra. El problema es que el viejo tiempo está muy lejos de lucir como antaño. A los desconchados en las paredes fruto del desgaste y de la falta de mantenimiento se une ahora que uno de los laterales del templo, el que da hacia el parque de La Pasera, se encuentra lleno de pintadas y graffitis. “No es la mejor imagen posible y es una pena que la gente de fuera que visita nuestra gran plaza se encuentre con el inmueble en su actual estado”, señala Miguel del Campo. En principio, la iglesia mierense será sometida a una reforma en breve: “Lo primordial será arreglar toda la fachada”, apunta Miguel del Campo. El Arzobispado sufragará parte de la obra, pero la parroquia afrontará una colecta entre los fieles para sostener el proyecto.

Una historia catedralicia

Una historia catedralicia / David MONTAÑÉS

El templo se asienta sobre la ya citada iglesia románica demolida en 1927 y es obra del arquitecto diocesano Enrique Rodríguez Bustelo. Como curiosidad, la portada románica de la anterior Iglesia fue comprada por un noble de Gijón y hoy en día se encuentra en uno de los palacios del concejo gijonés. “Esta pieza fue vendida para conseguir fondos para la construcción del actual templo”, subraya José Juan García. Al menos, el pódium de la antigua iglesia románica es el que tiene la actual.

Imágenes y tallas

José Juan García recalca el valor de la colección de imágenes y tallas de Félix Granda Buylla. Llama la atención el Altar Mayor, pero el diácono se queda con la talla dedicada a San Juan realizada por el artista lenense. Como casi todo en el templo, tiene su historia. El santo se muestra con el brazo en alto, señalando con un dedo al cielo. “Al estallar la guerra civil un miliciano quiso que apareciera con el puño en alto y le voló el dedo”, apunta García. El índice terminó reubicado en su posición, aunque sin dejar de parecer astillado.

La iglesia de San Juan lleva noventa años atendiendo los ritos católicos de Mieres. Solo dejó de cumplir su función durante los primeros meses de la guerra civil. Permaneció cerrada al culto, siendo utilizada como polvorín, pasando a celebrarse la misa en la Casa del Pueblo, donde se alojaba una compañía de soldados vascos que traían sus propios sacerdotes. Al final, el templo no ha dejado nunca de ser un almacén, un depósito de la historia de Mieres.

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