Lasheras: "El poeta debe ser audaz y escribir con tensión"
"Empecé a pensar que mi vida literaria iba en serio cuando descubrí a León Felipe y a Whalt Whitman", asegura el autor de "El amor inútil"

De izquierda a derecha, Javier Gámez y Javier Lasheras, ayer en el Club LA NUEVA ESPAÑA. | FERNANDO RODRÍGUEZ

"El poeta debe ser audaz y no tiene que temer abordar el amor desde diferentes perspectivas. La poesía debe tener tensión, es como los cables de un puente". Javier Lasheras, (Don Benito, Badajoz, 1963), agradeció ayer vivamente a a Tribuna Ciudadana la invitación para hablar de poesía en el día que la celebra en todo el mundo.
"Desde un punto de vista poético, empecé a saber que mi vida iba en cuando leí ‘Obra poética escogida’ de León Felipe y al escuchar poemas de Walt Whitman en boca de una compañera de Facultad. Luego compré uno con traducción de Jorge Luis Borges. Fueron mis dos libros iniciáticos", explicó el poeta, miembro fundador de la Asociación de Escritores de Asturias en el año 2000 y su presidente hasta el año 2006. En 2022, editó junto a Jorge Ordaz y Fernando Fonseca, para el Círculo de la Calle Ulises el libro homenaje al Ulises de James Joyce, "Ulises redux". De hecho, Lasheras es maestre y caballero Luna de la Orden de la Calle Ulises, como resaltó Javier Gámez, directivo de Tribuna Ciudadana, que le presentó y acompañó en la mesa .
A la hora de definirse Lasheras aseguró ser un extranjero. "Y si alguien me apura, soy un hombre europeo que escribe. Un ser en movimiento perpetuo, provisional, con lo que esto tiene de condena y de consuelo". Lasheras incidió en esa idea de que es un hombre que escribe y no un escritor. "Es necesario señalar la diferencia. Como la del Sísifo que carga eternamente con la piedra del castigo divino de la del otro Sísifo que reniega de ella. Es conveniente saber siempre el lugar que ocupamos", aseguró.
"Ni siquiera soy un novelista a pesar de haber escrito tres novelas. Y no lo soy porque no me dedico profesionalmente a ello. Y, además, porque la palabra escritor se aparea con intelectual y yo no creo serlo", indicó. "Ahora bien, cuando escribo, estoy obligado a usar con igual pericia las herramientas del lenguaje y con la máxima ambición", añadió.
"Tener la máxima ambición es lo que convierte mi escritura en un lío monumental; yo no escribo para consolarme, ni para ligar o hacer una revolución. Y menos aún para epatar o llenar mi cuenta corriente", concluyó.
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