Lucía Miranda, directora de "Caperucita en Manhattan": "Hemos dejado de jugar, y cada vez nos preguntamos menos"
"Carmen Martín Gaite hace algo increíble con esa novela que es que, tras el duelo de su hija Marta, es capaz de escribir una obra tan luminosa, tan divertida y que anima a vivir"

Lucía Miranda. / CEDIDA POR DOMINIK VALVO

Creció convencida de que el "Ratón Pérez" se alojaba en la despensa de su abuela. Y que en el final de "Caperucita" era ella la que devoraba al lobo feroz. Lucía Miranda (Valladolid, 1982) es ahora directora de escena, gestora cultural, dramaturga y arte-educadora. Es fundadora de "The Cross Border", proyecto que trabaja en la intersección de las artes escénicas y la educación. Lucía Miranda estará este viernes en Avilés, en el auditorio del Centro Niemeyer, con "Caperucita en Manhattan" (20.00 horas, precio general de entradas sueltas 25 euros).
-¿Dónde comienza su relación con "Caperucita en Manhattan", un texto de Carmen Martín Gaite?
-Mi relación con "Caperucita en Manhattan" empieza cuando yo tengo unos doce años y mis padres me llevan a la Feria del libro de Madrid: si sacaba buenas notas me llevaban a Madrid desde Valladolid y me podía gastar diez mil pesetas en libros. En una de esas filas inmensas en las que Carmen (Martín Gaite) era la reina compramos "Caperucita en Manhattan", me encantó y al año siguiente me lo firmó. Es un libro de iniciación que me ha acompañado. Yo creo que era una niña que vivía en Valladolid y también soñaba con un Manhattan que primero fue Madrid, luego Manhattan y luego el mundo. Además los libros de Carmen estaban en mi casa porque mi madre era lectora habitual.
-¿Qué es para usted "Caperucita en Manhattan"?
-Es un canto a la vida. Es una obra divertidísima, luminosa, muy poética. Carmen Martín Gaite hace algo increíble con esa novela que es que, tras el duelo de su hija Marta, es capaz de escribir una obra tan luminosa, tan divertida y que anima a vivir, a salir a la aventura, a perderte por la ciudad.
-¿Qué hay sobre el escenario de Martín Gaite?
-Está la novela muy respetada, profundamente respetada. Hay un 97 por ciento de Carmen y un tres o un cuatro por ciento mío. Está el universo del realismo mágico en el que Martín Gaite era la reina
-¿Y suyo?
-De Lucía Miranda está la música en directo, la estética y color, está el gamberrismo, el mundo mágico que comparto con Martín Gaite… Tiene mío también una elección de elenco muy concreta, grupo de mujeres "mayoras", como dicen ellas. Y en eso trabajamos mucho, en cómo hacerte mayor y no hacerte señora.
-¿Cómo traslada una novela al teatro (más con tantos escenarios)?
-La mayor dificultad en la adaptación ha sido Nueva York porque en el imaginario colectivo es una ciudad cinematográfica y meterla en un teatro es muy complicado. Junto con Alessio Meloni (escenografía) hemos construido una lavandería estadounidense "vintage" con suelo de baldosas blancas y negras, que es igual que el de la casa de Carmen Martín Gaite, que se puede visitar en El Boalo, en la sierra madrileña.
-¿Cuál es el mensaje de "Caperucita en Manhattan"?
-El mensaje es el mismo que el de la novela: no hay que tener miedo a andar por los bosques, a andar por las ciudades, que tienes que ser libre y hay que poder con el miedo y con lo que te dicen que se debe o no se debe hacer. Creo que la obra se cuestionan las maneras de educar, cómo nos han educado, como nos relacionamos con padres y abuelos… Y es un homenaje a la propia Gaite y a su capacidad de crear maravillas en momentos de duelo y dolor, de escribir y de sobreponerse.
-¿Dónde está el éxito de su "Caperucita"?
-En el equipo, un equipo formidable, un elenco en estado de gracia, unas actrices y un contrabajista que se comen el escenario. En el trabajo de composición estética, musical, luz, escenografía… que hace que la obra sea muy bonita de ver, muy mágica.
-¿De cuántos personajes hablamos?
-Un total de 23 personajes interpretados por cuatro actrices y un músico ¡más algo que también se hace el público!
-¿Es una pieza para niños, adultos..?
-Como el cuento diría que es para personas de entre ocho y 88 años. Hemos tenido público mayoritariamente adulto, pero con el público juvenil también ha funcionado de maravilla.
-¿Algún cuento más en el centro de su diana?
-Hay dos que le tengo ganas: si sigo la línea de cuentos infantiles escritos por autores españoles, en algún momento me gustaría "Olvidado Rey Gudú", de Ana María Matute. Hay algo que me ronda con el "Mago de Oz", y "Matilda" siempre.
-Usted que es también arteducadora: ¿estamos apagando la creatividad por no usarla?
-Creo que hay un grave problema, que no solo afecta a los jóvenes, que tiene que ver con el uso de la máquina. Hemos dejado de jugar, jugamos menos, y cada vez nos preguntamos menos. Y eso se ve cada vez más. Nosotros hacemos formaciones y lo vemos, no solo en jóvenes. No entiendo por qué dejamos de jugar. A mí me pagan por jugar, soy una absoluta privilegiada, pero hay que practicar la creatividad que nos vale para el día a día: si hay un problema se necesita improvisar para resolver el conflicto y cuando más creativos seamos más posibilidades tendremos de encontrar soluciones.
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