–Tomemos nota: “La Asturias actual es consecuencia, herencia y fruto de la del pasado. Los éxitos y errores colectivos hay que aceptarlos como parte del devenir de la vida, individual y colectivamente. Hay un aforismo de un gran escritor colombiano, Nicolás Gómez Dávila, que dice que ‘la madurez del espíritu comienza cuando dejamos de sentirnos encargados del mundo’. Esto es algo que aplica de manera ontológica para los asturianos y para Asturias”. Quien así se expresa es Víctor Fernández Coalla, profesor de Historia en la Universidad del Valle, en Cali. Hablemos de Colombia: “Es el país más mestizo y biodiverso, más inquietante y paradójico, de más bellos y extremos contrastes y de dramática exuberancia. La desigualdad, la inseguridad y la violencia son aún asignaturas pendientes. El tópico del narcotráfico persigue aún a los colombianos, cuando hoy gracias a las leyes, los capos de los cárteles de Cali y Medellín hace lustros que se mueren en las cárceles norteamericanas. La amabilidad y parroquialidad de la gente colombiana es tan asombrosa como lo olvidados que están por parte del Estado algunos de sus territorios”. Tan cerca, tan lejos: recuerda “una Asturias en blanco y negro, pero mucho más solidaria y menos individualista que la actual, sin duda alguna. Una Asturias al encuentro del arco iris de la libertad y la democracia. Las tardes de chapas, amigos y bocadillos de chorizo de Pamplona en el Campo San Francisco de una capital provincianamente sana, vestida en un otoño permanente de pantalones cortos y botas ‘Gorila’”. Aquellos días huelen a sidra, fruta que como señal es “la más significativa e identitaria tal vez para cualquier asturiano en la emigración. Ya lo fue históricamente. El néctar de la manzana tiene algo melancólico y como decía Oscar Wilde ‘donde hay melancolía, hay tierra sagrada’”. Fue emigrante interior “de recién titulado universitario en Madrid y ahora desde hace 9 años un emigrante familiar y profesional en América. Todo asturiano debería sentir lo que América significa. El testigo que dejó la emigración americana en Asturias es algo que transformó nuestra sociedad tradicional y estática en la moderna y dinámica que posteriormente disfrutamos”. Lo que más echa de menos en la distancia son “los amigos y la familia cercana, el encontrarme en una sidrería para tomar un vasu y arreglar el mundo…”. Se considera “una persona totalmente afortunada. He tenido muchos más puentes que obstáculos y siempre he aprendido de los errores y de los buenos consejos. De la prudencia, como buena consejera. Del ser lo más auténtico, leal y noble que he podido”. Percibe en Asturias algo que “no me parece nada beneficioso para el presente y el futuro, como decía recientemente una noticia ‘las arcas públicas alimentan las rentas de casi la mitad de los asturianos’. Esto, unido a nuestra tendencia de envejecimiento y despoblación, no es un balance en positivo”. Salir al exterior y de la zona de confort es siempre “un gran aprendizaje. Edward Said, activista, pacifista, profesor exiliado de literatura en Columbia University y premio ‘Príncipe de Asturias’ de la Concordia 2002 junto con Daniel Baremboim, decía que ‘una idea o experiencia siempre se contrapone a otra (…) lo que nos permite ver ambas bajo una luz nueva y a menudo imprevisible’. Para mí, la verdadera vida es la que se rebela”. De ahí que debamos “creer más en las potencialidades propias y apoyarlas sin fisuras. Potenciar las capacidades de emprendimiento económico, cultural y social y eliminar trabas administrativas y fiscales. Cultivar las redes de asturianos en el exterior y suscitar mayor creencia en las marcas propias, de país. Vendernos más y mejor desde una posición con argumentos propios, de valor. Borrar complejos. Apoyar lo asturiano. Eliminar los miedos al fracaso, ser auténtico, no olvidar los orígenes y abrirse a lo diferente. Subir la escalera paso a paso...con los pies en la tierra y la cabeza entre los hombros. Partiría de la recomendación de recordar unos versos del olvidado profesor universitario José Benito Alvarez-Buylla en su poema ‘Himnu a la xuventú d’Asturies’ o ‘Tedium vitae’ cuando dice: Por eso vengo a decivos coles vidayes ferviendo dir alcontrala vosotros que yo yá la tengo dientru”. Se piensa, “equivocadamente la mayor parte de las veces, que un cambio o una salida tiene más pérdidas que ganancias, pero la vida no es un sueño, es un viaje y para viajar hay que estar despierto ¿no? En un mundo que condiciona cada vez más los movimientos de personas no puede ser más necesario conocer qué estamos dispuestos a perder y a ganar. En ese campo de batalla, los asturianos históricamente siempre supimos identificar cambios y transformaciones y salimos ganando desde la creación, el esfuerzo y la acción”.