El Manneken Pis -traducido “el hombrecito que orina”- es uno de los grandes símbolos de Bruselas y nació desnudo en la mente del escultor Jérôme Duquesnoy el Viejo. Sin embargo, pasa la mitad del año vestido con alguno de sus 1.000 trajes diferentes, fruto de otras tantas donaciones de colectivos de todo tipo. Cada uno de esos trajes alusivos a profesiones, países, regiones, folklores, deportes, instituciones varias “simboliza la apertura al mundo de la ciudad, simboliza la integración”. Quien lo dice es Marta Oliveira, la asturiana que confeccionó el traje de asturiano que el pasado día 29 estrenó la característica figura de la céntrica fuente bruselense. Oliveira, que trabaja como auxiliar de enfermería, insiste en que no es modista profesional, “solo soy una enamorada de mi tierra y su folklore”. Pero también reconoce que durante todo el proceso casi hizo un máster en corte y confección: vestir al Manneken Pis exige mucha dedicación. El cuidado que exigen los tres vestidores que cuidan de su ropero se acerca bastante a la de una “maison” de alta costura. “Son muy puntillosos porque el Manneken Pis es un símbolo muy importante de Bruselas y tiene toda una historia; los trajes que lleva no son trajes cualquiera. Ni cualquiera tiene el honor de regalarle un traje al Manneken Pis”, añade Oliveira. Desde febrero y hasta la semana antes de la inauguración, cada semana, Marta Oliveira se encontraba con Gianni, uno de los tres vestidores con los que cuenta el Manneken Pis. Ellos velan porque todo sea perfecto. Cogía el tren desde Lieja y viajaba durante hora y media para seguir ajustando el traje. “Haríamos seis o siete pruebas, ya no me acuerdo”, apunta Oliveira, que es hija de un matrimonio asturiano que se integró en la potente comunidad emigrante de la Bruselas de los años 60. Su padre era de Mieres, su madre de Morcín. En 1984, Marta volvió a España, pero con el siglo XXI emigró de nuevo a Bélgica por razones de trabajo. Es la madre de Eva Buelga Oliveira, la joven presidenta del Centro Asturiano de Bruselas, artífice del resurgir cultural de la comunidad asturiana en la capital belga. Marta les echa una mano en la confección de los trajes tradicionales que luce en sus actuaciones la agrupación folklórica del Centro. “Con algunos consejos de alguna modista de Asturias, saqué la máquina de coser y fui lanzándome”. El reto de vestir de asturiano al Manneken Pis comenzó el año pasado. “En septiembre, estábamos celebrando el 'Folklorissimo' en la Grand Place, un festival donde participan grupos de todo el folklore bruselense, y uno de los vestidores oficiales del Manneken Pis que acababa de vestirlo le comentó a Eva que el traje estaba ya muy deteriorado, que había que pensar en cambiarlo”. Ahí empezó un proceso que también conlleva un riguroso protocolo administrativo. Eva Buelga: “Cada año las dos comisiones del Manneken-Pis aceptan 10 trajes nuevos. Tienes que demostrar que tu asociación tiene un vínculo fuerte con Bruselas. El nuestro es por la gran cantidad de asturianos que llegaron a Bruselas en los años 60 y luego en los 80. De hecho, 3 barrios de Bruselas, Saint-Gilles, Forest y Anderlecht, eran barrios asturianos. Para esos 10 trajes nuevos, se elige una fecha para celebrar el acto oficial. Pero luego, durante al año, se vuelven a sacar trajes para vestir al Manneken-Pis. De hecho, el nuestro se vuelve a sacar el tercer fin de semana de septiembre para celebrar la asturianía”. En un principio, cuenta Marta Oliveira, pensaron en encargar el traje a una artesana de Asturias y asunto solucionado. Pero vestir al Manneken Piss no es tan fácil cómo pudiera parecer. “Ellos, los responsables del Manneken Pis Garderobe (el museo), te dan unos patrones y la primera vez que los miré pensé: ¿pero por dónde cojo yo esto?”, recuerda. Son patrones muy especiales: “Las prendas tienen que tener un diseño concreto porque el Manneken Pis está sujeto por su base y las manos las tiene pegadas al cuerpo. Es decir, no le puedes meter la ropa como te la meterías tú. El pantalón, digamos, es como un pañal: las perneras van por delante y por detrás y luego va todo pegado por los lados y la cintura. La parte de arriba, igual”. En el museo hay una réplica de la estatua que se usa para que la vistan los niños que acuden de visitas. Marta hizo las pruebas con otra que los vestidores tienen en sus oficinas. Después de que el vestidor de la estatua comprobase que lo que tenía delante se ajustaba al boceto presentado por el Centro Asturiano, Marta fue aprendiendo a dejarlo perfecto. Cada prenda iba sujeta a la escultura con un juego de velcros y de imanes escondidos entre la ropa. Pero no de cualquier manera: “Son muy estrictos. Los imanes que colocaba en la ropa llevan alrededor un plástico transparente para poder coserlos y, en uno de los de atrás, yo había dejado sobresalir ese plástico. Y Gianni me dijo: hay que quitarlo porque, si miras por un lado del Manneken Pis igual puede verse ese plástico”. Se ha dado el caso de que los vestidores han rechazado alguno de los vestidos y los donantes tuvieron que modificarlos para ajustarlos a sus requerimientos. Los ajustes eran al milímetro y, además, Marta Olveira descubrió la dificultad de coser para un modelo que tiene una postura arqueada, la que tiene el Manneken Pis al mear. “Si hacías la ropa como una prenda normal, para una persona recta, digamos, o te pingaba de un lado o te tiraba del otro”. “Así que cada semana, me pasaba dos horas con Gianni probándolo y él diciéndome: no, aquí no ajusta; este velcro no me viene bien. Es que ellos visten al Manneken Pis delante de la gente y entonces tiene que ser algo que vaya rápido y que sea sencillo a la vez para que cualquiera de los tres vestidores lo pueda hacer sin problema”. Todo está medido al milímetro. Para cuando tengan que vestirlo. Y también para después: “En el museo hacen unas fundas de lino no ácido para mantener los trajes en perfectas condiciones. Cuando quitan un traje, durante dos días lo tienen extendido sobre unas mallas metálicas, horizontalmente, para quitarle toda la humedad que pudiera tener antes de meterlo en esas fundas”. Aunque el nuevo traje asturiano del Manneken Pis se hizo en Bruselas, prueba a prueba, todo el material lo compraron de Asturias. Y para hacer el diseño, en el Centro Asturiano se ajustaron en todo lo posible a las investigaciones sobre lo que hoy se considera indumentaria tradicional asturiana ya que el traje anterior (negro con camisa blanca y faja roja) caía más del lado de los diseños uniformados que aplicó la Sección Femenina a los trajes regionales. Esa vestimenta, donada en los años ochenta, forma parte ahora de la colección del Manneken Pis que atesora su museo. Además del traje, Marta Oliveira también se encargó de hacerle unos zapatos (modificando unos de bebé), una montera picona (adaptando una de niño, lo mismo que la faja azul) y una gaita (“tuneando” un souvenir turístico, de fuelle rojo y amarillo, vistiéndolo de fieltro negro y con ribetes verdes y añadiendo imanes al instrumento para que quedara sujeto a la escultura).