A LA YERBA. “Nací en Barcelona y me crie en Barcelona. Pero, cada año durante tres meses, mi madre nos cogía a mi hermana y a mí y nos íbamos a Toraño, un pueblu soleyeru preciosu, que es una aldea fluvial al lado del Sella. Allí había veía cómo uncían les vaques, había caballos… Era un mundo rural diferente, sin máquinas. Todavía se segaba a guadaña… Era un espectáculo ver como caía la hierba con la guadaña. Iban a por la hierba a la ería y tú volvías con tu madre, encima de toda la hierba…”. AMOR EN LA GUERRA. “Mi madre es asturiana, se apellidaba Cofiño Alea; o sea, los ocho apellidos asturianos. Mi padre era nacido en Alicante, pero su familia era de Barcelona. Mi madre había ido a trabajar a Madrid con los marqueses de Argüelles porque tenían una niña un poquito difícil, o con problemas, y mi madre tenía mucha mano para eso. Mi madre luego estudió. Bueno, practicó enfermería, más que estudiar. Cuando viene la guerra se van los marqueses y ella se marcha para Barcelona con su hermana. En Madrid había mucho jaleo, la verdad. Una enfermera amiga suya del hospital era amiga de mi padre, los presentó y ahí empezó todo. Se quedaron en Barcelona”. A LAVAR CABEZAS. “Como yo veía que estudiar eran muchas responsabilidades -mi hermana mayor había estudiado-, pensé que yo quería ser peluquera. Y me fui a lavar cabezas. Lo que descubrí es que me gustaban otras cosas y luego estudié. Pero estudié ya por mi cuenta. En la Universidad entré con la prueba de mayores de 25 años. Estuve trabajando en diferentes cosas. De eso que sabes escribir a máquina. Trabajé mucho en el movimiento cooperativo cuando empezaba aquí en España. Era muy emocionante. Luego trabajé con los jesuitas. Aprendí mucho de ellos. Con esta gente se aprende mucho. Qué listos son, no te puedes imaginar. Fue muy agradable. Luego ya te empiezas a meter en charquitos: que viene el consejo de guerra de Burgos, que haces una huelga de hambre y cosas así... Y luego ya te metes en el feminismo”. PRIMERAS FEMINISTAS. “Era el año 1975 y viene la tercera ola feminista, es el Año Internacional de la Mujer y se organiza la primera conferencia mundial sobre la Mujer. Nosotras creamos un colectivo feminista en Barcelona. Y luego ya se creó el de Madrid. Era el tiempo en que, lo que más, nos llamaban histéricas. Siempre estaban los destroyers, los trolls que se dice ahora, y llegaban y boicoteaban la asamblea. También había un problema de fondo. Nosotros planteábamos una visión un poquito más basada en la clase social: la mujer como clase dentro de las clases sociales. Llegó un momento en que había una injerencia por parte de los partidos políticos. Mandaban a sus mujeres a ver qué hacíamos, para controlar. Nosotros las llamábamos la Sección Femenina de los partidos”. EL GRAN ENCUENTRO. “Fue muy emocionante. Por primera vez las mujeres, que siempre habían estado ocultas, se unían. Empezaron a ver que no eran enemigas, empezaron a salir a la calle entusiasmadas, descubrieron que sus experiencias eran muy similares a las de sus compañeras. Y empezamos a reivindicar cosas que no dejaban de ser derechos humanos. Ahora tengo 75 años y yo, en mi época, hasta los 21 años no fui mayor de edad. No eras nunca mayor de edad, ser mujer era como una minusvalía. Para tener una cuenta corriente me la tenía que firmar mi padre y si quería salir el pasaporte me lo tenía que firmar mi padre". LA LUCHA. “Luchábamos por el aborto, por el divorcio... El divorcio se consiguió más fácilmente. Beneficiaba tanto a hombres como a mujeres. Con el aborto, aún estamos ahí a la mitad. El tema de la equiparación económica, no lo hemos conseguido todavía. Pero se consiguió un respeto. Hicimos muchas actividades, pero, sobre todo, tomamos conciencia. Nos empezamos a dar cuenta de que, como mujeres, teníamos problemas comunes que no tenían que ver con las reivindicaciones sociales, aunque éstas existieran y nos preocuparan”. El CAMBIO. “El gran cambio es que las mujeres de ahora se quieren más y se conocen más, se han visibilizado más unas a otras. No solamente consigo mismas. Entre ellas se han encontrado. Cada vez que se encuentran, aprenden a disfrutar de la amistad, seas del grupo político que seas. Bueno, depende (risas). Pero hay una cosa que tenemos por encima, da igual lo que diga tu partido: en este momento estamos hablando de cosas de mujeres y estamos solucionando cosas para mujeres”. TAMBIÉN PARA LOS HOMBRES. “Toda esta lucha feminista repercute en un bienestar social que implica a todos. Que sea para mujeres no significa que vaya contra nadie. No vamos contra los hombres. Yo pienso que les favorece y que están muy contentos de tener que dejar estos papeles tan absurdos en los que se tenían que convertir. A veces pienso: estos chicos, que están condenados a ser los represores en aras de una economía capitalista… Estos chicos que piensan que les toca mandar en la familia y ser el padre de las dos hostias porque es la única ventaja que van a tener. Siempre pienso: hay que ver qué privilegio tan pobre les han concedido”. LAS GAFAS VIOLETA. “Veo a las jóvenes feministas muy jóvenes, jeje, pero con mucha fuerza. Y hay cosas que ya las han visto. Y cuando uno ve, no se puede volver del conocimiento. Cuando te pones las gafas lila empiezas a verlo de otra manera, aunque al principio te cabreas mucho y ves qué ha significado todo esto de la obediencia, y del matrimonio y del amor y de la sumisión…. ¿Qué cosa más dura, no? Y toda esta gente que luego resulta que son de lo más católico y apostólico… Si Dios hubiera querido que el mundo fuera una mierda lo hubiera pintado todo de marrón, no hubiera puesto flores. Ay, me paso un poco…” VIOLENCIA. “Cuando hablamos de violencia machista en los jóvenes veo que se está produciendo una involución. Violencia machista son dos palabras. Vamos a empezar por la violencia: Los chavales de 14 años tienen que saber que existe la violencia, que ellos son violentos y tienen que saber qué es lo que les despierta esa violencia. En qué momento les salta el chip. Y, por ejemplo, cuando les salta ese chip hacen bullying a un compañero, siempre el más débil. Esto pasa. Tienen que saber qué es lo que genera la violencia en el ser humano, es importante conocerse a uno mismo”. EL PORNO Y LOS VIDEOJUEGOS. “El problema que estamos viendo ahora con los videojuegos o con el porno, que están viendo tanto ellos como ellas, es que se involucran demasiado y se desprenden mucho de la realidad. Lo malo no son las máquinas, lo malo es pensar que eso es la realidad. Y en esos momentos adolescentes es fácil tergiversar y que cause estragos, como puede estar causando. Es una pena. El porno, por desgracia, es la educación sexual que hay. ¿No ves que está prohibido explicar eso en los colegios? Hay muy poca información, muy poca educación sexual. Igual es que los adultos tampoco están informados…”